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El Goldman Sachs de la esquina

"He descubierto que en este local se juega", como dice el comisario Renault en Casablanca. Goldman Sachs opera para ganar dinero, y no para ganarse el interés del cliente, hemos descubierto todos esta semana. La existencia de conflictos de interés en la banca quizá sea una sorpresa para aquellos que abogan por la autorregulación en el sector financiero. No para el resto de los mortales.

Una semana antes de que Greg Smith dimitiese de Goldman, la firma protagonizó un buen ejemplo del capitalismo de nuestros tiempos. El Paso es una empresa energética estadounidense cuyo consejero delegado negoció vender a otra compañía, Kinder Morgan, y para ello contrató a Goldman Sachs. Goldman tiene el 19% de Kinder Morgan y dos asientos en el consejo de administración, una información que no se suministró al consejo de administración de El Paso.

Según una demanda planteada por accionistas de El Paso contra el consejero delegado y Goldman Sachs, entre otros, el citado consejero delegado, a espaldas del consejo de administración y de la mano de algunos ejecutivos, planeaba recomprar a Kinder Morgan una parte del negocio, concretamente el de exploración y producción. No me enrollaré más. Aquí está la demanda.

En todo caso, no deja de ser llamativa la preocupación de la prensa patria por la ética de los banqueros de Wall Street. En Goldman Sachs se mofaban de sus clientes, a los que llamaba muppets, y les veían como una naranja a la que sacar todo el jugo. Y todo estaba planeado en este sentido, siempre según la dichosa carta de Smith. ¿Y en España? No hablo de banca de inversión. Hablo del banco de abajo, de la oficina de la esquina. De las participaciones preferentes, deudas subordinadas o depósitos estructurados.

¿No hay en la comercialización de estos productos una estrategia premeditada? Hasta donde yo sé, los bancos con campaña de colocación de producto distribuyen argumentarios a su red ¿No es cierto que, cuando un banco coloca al particular preferentes a un tipo de interés muy por debajo del mercado, ha dejado de velar por los intereses de este último? ¿Es la aplicación de claúsulas suelo abusivas una política comercial ética? ¿Es razonable que un producto sofisticado como un bono obligatoriamente convertible a cinco años atrajese el interés de 129.000 inversores? ¿Fue la burbuja inmobiliaria y crediticia española una fatalidad bíblica o ese crédito se fomentó desde algún sitio?

La respuesta la conocemos todos. Abajo, entre la panadería y el bar, tenemos casi todos un pequeño Goldman Sachs, con el agravante de que, al menos, los empleados de Goldman Sachs se embolsan bonus de 300.000 dólares o más, mientras el comercial del banco de abajo de casa harto tiene con ir tirando y esquivar la presión del director de zona ante el fantasma eterno del cierre de oficinas.

En fin, que sí, es muy jugosa la carta del ex empleado de Goldman. Pero vamos, es ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Un clásico español.

Música contra la crisis. Radio Tarifa, Oye China. Pequeñísimo Homenaje a Benjamín Escoriza

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