Las empresas se apuntan a la práctica del confesionario laboral
Las empresas multiplican sus consultas a los bufetes laboralistas. Por desgracia, la mayoría de las preguntas van encaminadas a cómo aligerar plantillas.
Los bufetes laboralistas están desbordados de trabajo. Por un lado, se agolpan las consultas de empresarios que quieren saber en qué aspectos concretos modifica la reforma laboral su situación de cara a posibles despidos.
Por desgracia, la mayoría de las preguntas van encaminadas a cómo aligerar plantillas con el nuevo marco laboral y no a cómo ampliarlas. Y, por otro, crecen las consultas de trabajadores cada vez más sorprendidos por las prácticas puestas en marcha por algunas de las mayores empresas de este país. Una de las últimas y más recientes es la que podría calificarse como el confesionario laboral. Resulta que entre los departamentos de Recursos Humanos ahora con la crisis se ha puesto de moda que los jefes de personal llamen uno a uno a sus empleados para que se sinceren sobre cómo ven la situación de la compañía en la que trabajan y, sobre todo, cómo se ven ellos dentro de la empresa.
Bajo la promesa de que nada de lo allí dicho será utilizado en su contra, los trabajadores pueden reflexionar sobre si se consideran bien o mal considerados, si es justo su puesto y salario después de los años que lleven desempeñando sus funciones y toda clase de reflexiones en voz alta. Eso sí, los responsables de recursos humanos también suelen emplear estas entrevistas para comunicar al trabajador la imagen que tiene de él la compañía y si debe o no esforzarse más.
Muchos trabajadores ven con recelo esta clase de charlas y consultan a los abogados si detrás de ellas no se esconderá una especie de evaluación personal para dilucidar con más datos quién es prescindible y quién no. Por ahora, se desconoce si alguno de estos procesos ha culminado en un ERE o despido colectivo. Algunos trabajadores y los representantes sindicales no se fían.