Del desagüe a su coche convertido en gasolina
La filial de FCC, Aqualia, lidera un proyecto que convertirá aguas residuales en biocombustible utilizando algas.
Convertir la basura en gasolina es uno de los retos ecológicos más anhelados del siglo XXI. Lograr tal cosa contribuye a resolver tres problemas de un plumazo: la escasez de petróleo, las emisiones de CO2 y la gestión de residuos. Ayer, la ciudad de Londres asistió al nacimiento de un proyecto similar que nace esta vez bajo el paraguas de una empresa española. Consiste en utilizar los nutrientes de las aguas residuales para abonar algas marinas que se transformarán en biocombustible. O sea, lo que se cuela por la cisterna del retrete se convierta en biocombustibles para nuestros coches.
La empresa española Aqualia, subsidiaria de gestión de aguas de FCC, está estudiando la viabilidad industrial de este ambicioso proceso desde que tiramos de la cadena hasta que repostamos. Aqualia es la mayor inversora privada de un proyecto de investigación de 12 millones de euros para el que la Unión Europea ha aportado 7 millones.
Su eficacia en laboratorio ya ha sido probada y la iniciativa pretende comprobar que es posible la producción a gran escala. La investigación comenzó a principios de año y se alargará hasta 2016. Durante cinco años se investigará qué tipo de alga da mejores resultados y se demostrará cuán eficaz es el proceso, desde el crecimiento de los cultivos acuáticos hasta su uso en vehículos.
En la iniciativa participan seis países europeos pero el campo de experimentación estará en Chiclana de la Frontera, Cádiz, porque el sol es un ingrediente importante del proceso. La tecnología funciona de una manera similar a las plantas de tratamiento de aguas residuales convencionales. La diferencia es que, mientras la técnica tradicional convierte la suciedad en energía utilizando electricidad, el proyecto All-Gas pretende llegar al mismo resultado utilizando la luz solar. Las aguas residuales aportan al alga una gran cantidad de nutrientes. "Hasta ahora la producción de algas se había utilizado para la industria de los cosméticos y para la cocina pero ahora pretendemos darle un nuevo uso", dijo ayer Frank Rogalla, el director de este proyecto.
Si se logra el objetivo en productividad, las 10 hectáreas de tierra utilizadas en Cádiz podrán producir 3.000 kilos de algas con un contenido en combustible del 20%, o sea, suficiente biodiésel para llenar el depósito de 200 coches. La española Aqualia se beneficiará del proceso gestionando las aguas que salgan depuradas de manera natural por las algas y sin necesidad de electricidad ni emisiones de CO2.