Crisis del euro zanjada... por ahora
La eurozona ha pasado de la crisis a la catarsis en tres meses. Los mercados solían entrar en pánico al pensar en lo que pasaría cuando los bonos italianos a 10 años tocaban el 7%. Después de superar ese nivel en noviembre del año pasado, han caído por debajo del 5%. Los españoles, que nunca llegaron al 7%, también han dejado atrás el 5%.
La complacencia del BCE de distribuir financiación súper barata a los bancos ha sido solo una faceta de un gran pacto que ha cambiado el juego. En Italia, el cambio de Gobierno ha permitido una coalición para impulsar duras reformas que hubiese sido imposible de implantar con Berlusconi. En España, el nuevo Gobierno ha promulgado una dura reforma laboral. Mientras, el compromiso de los Gobiernos con la disciplina fiscal ha permitido al BCE repartir fondos baratos a los bancos.
El diablo del contagio está dormido, pero no muerto. Grecia y Portugal podrían sacudir los mercados con quiebras desordenadas. Los bancos españoles podrían necesitar más capital si la recesión se agrava, mientras sus desaprensivas regiones podrían resistir los nuevos controles del Gobierno. En Italia es necesaria una reforma laboral, y puede resultar más controvertida que las liberalizaciones aprobadas hasta ahora. Incluso el gran pacto entre los Gobiernos y el BCE podría tornarse peligroso. Este será reticente a repartir más financiación barata si los Gobiernos no llevan a cabo sus reformas o fallan al impulsar los fondos de rescate como prometieron. Por último, los ciudadanos de los países periféricos tendrán que tolerar una austeridad fiscal y reformas estructurales en un tiempo en que el paro es alto y creciente y cuando no se percibe luz al final del túnel.
El paseo puede tornarse de nuevo rocoso. Pero un efecto de la operación de liquidez del BCE es que los bancos no necesitarán recaudar dinero de los inversores cuando devuelvan los cientos de miles de millones de euros de deuda que vencen este año, lo que a su vez significa que los inversores tendrán montones de efectivo que necesitan redistribuir en otros activos de riesgo.
Por Neil Unmakc