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Columna
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El futuro tras la nueva LTRO

La segunda operación de liquidez a tres años del BCE debería atraer a los suficientes interesados como para evitar un resultado demasiado negativo. Pero aquellos que esperan un derroche masivo quedarán decepcionados. Y la perspectiva de disponer de más fondos a largo plazo parece remota, por ahora.

El resultado de la operación de liquidez a tres años, o LTRO, necesita evitar los extremos. Un nivel bajo señalaría que los bancos se están desapalancando muy rápidamente, lo que sería malo para el crecimiento. Uno muy alto elevaría las preocupaciones sobre cómo los bancos abandonarán los fondos a tres años desde ahora. Hay muchas razones para esperar que la segunda LTRO coincidirá con la de diciembre. Los bancos españoles e italianos intensificaron la compra de bonos soberanos en enero, sugiriendo su voluntad de adquirirlos a tipos superiores y obtener una mayor rentabilidad; la flexibilización de las garantías podría permitir a los bancos más pequeños pedir más; y los bancos de fuera de la eurozona, principalmente los británicos, están planeando aprovecharse de los fondos del BCE.

La última encuesta de Reuters sugiere que se tomará en torno al medio billón de euros, como en la anterior, lo suficiente para evitar disgustos serios. Pero incluso esa cantidad podría decepcionar. Un sondeo del Royal Bank of Scotland (RBS), dice que el 86% de los inversores esperan un nivel similar o superior, y un 59% más de 600.000.

Los mercados podrán soportar una cierta decepción. La gran cuestión es qué pasará después. De acuerdo con RBS, tres cuartas partes de los inversores esperan que las operaciones a largo plazo continúen. Tendrán que esperar. El BCE querrá ver cómo las primeras operaciones a tres años ayudan a la economía. Segundo, el BCE se muestra reacio a seguir dando fondos gratis a los bancos, ya que distorsionan los mercados. Por último, no es necesario más dinero barato para evitar una crisis bancaria, y se podría aliviar la presión sobre los Gobiernos, ahora que se les pide reforzar los fondos de rescate de la eurozona.

Por Neil Unmack.

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