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Montoro y Rehn, choque estructural

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha cumplido hoy con la primera de las exigencias presupuestarias de Bruselas: segregar la desviación del déficit registrado en 2011, que ha resultado atribuible en gran parte a las comunidades autónomas. Ahora le queda la falta la tarea más difícil.

Y esa tarea consiste en convencer al comisario europeo de Economía, Olli Rehn, de que la desviación se debe al ciclo económico y no a la estructura del gasto público en España. A esa labor de persuasión está dedicado en cuerpo y alma el Gobierno de Mariano Rajoy, porque de ella dependerá que Bruselas relaje o no el calendario de ajuste presupuestario pactado con el Ejecutivo anterior.

Tras anunciar un déficit del 8,51% en 2011, Madrid considera imposible cumplir los objetivos previstos (4,4% de déficit este año y 3% el próximo) y Montoro quiere que Rehn centre su examen en el llamado saldo estructural. Es decir, los números rojos del Estado, pero excluidos los imputables al deterioro de la coyuntura.

Si Rehn acepta el argumento de Montoro (con De Guindos como intérprete), España tendría que cerrar 2012 con un déficit estructural del 3,5% y del 2,4% en 2013. El ajuste parece más duro pero en realidad es más suave, porque Bruselas se "olvidaría" de la diferencia entre esos porcentajes y los objetivos marcados hasta ahora, que pasarían a ser irrelevantes.

¿Cómo se logra esa paradoja? España tendrá que demostrar que en 2011 se cumplió el objetivo de déficit estructural (4,7%) y que la diferencia hasta el 8,5% se debe a la desviación del saldo cíclico, que en lugar de ser del 1,3%, como preveía el plan de estabilidad español, ha sido de casi el triple. Suena a enjuague estadístico, pero no lo es. Sería compatible con el Pacto de Estabilidad y, sin duda, más sensato desde el punto de vista económico.

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