Oportunidades para invertir en la tormenta
Las cuentas de las grandes empresas cotizadas españolas reflejan de forma harto elocuente el oscuro túnel que atraviesa en estos momentos la economía española. A falta de que la semana que viene presenten resultados los gigantes de la construcción -FCC, ACS y Sacyr-, las compañías del Ibex 35 cerraron el año pasado con una caída del 27% en sus ganancias, el peor resultado desde el estallido de la burbuja tecnológica en 2002. Al contrario de lo que ocurre con la pequeña y mediana empresa, condenada a someterse al ayuno forzado que impone un consumo interior bajo mínimos, las grandes firmas españolas están atravesando esta tormenta de arena con la ayuda del oxígeno que reciben del exterior. Es ahora cuando las costosas estrategias de diversificación geográfica y apuestas por la internacionalización realizadas en épocas de bonanza están dando sus mejores frutos estratégicos y actuando como verdadero soporte del conjunto del negocio. La actividad exterior representa ya el 50% de la tarta de facturación de las compañías del selectivo, un verdadero colchón de seguridad cuyo valor en estos momentos resulta inestimable.
Pese a ello, la inyección de ingresos que supone el mercado foráneo no puede neutralizar en su totalidad las dificultades de un entorno doméstico cuya virulencia está lejos de remitir. Si la caída del consumo -para todas las compañías- y las crecientes exigencias en materia de provisiones y saneamientos -para las entidades financieras- han lastrado fuertemente los resultados de 2011, las perspectivas para este año ahogan cualquier atisbo de optimismo. Las previsiones de recesión anunciadas por la Unión Europea, a la espera de las del Gobierno -que previsiblemente serán peores-, auguran otro año de dificultades muy serias para el sector empresarial.
En un entorno como el actual, la decisión de invertir requiere un ejercicio de reflexión y de asesoramiento todavía más profundo que el aconsejable en tiempo de vacas gordas, dado que el riesgo cero no existe en ningún campo, mucho menos en el de la inversión. Pese a ello, las oportunidades en el mercado existen y para detectarlas puede ser útil tener en cuenta tres grandes pistas: la internacionalización de la empresa -cuanto más negocio exterior, menos riesgo-, su valoración -hay muchas compañías que cotizan con un beneficio por acción que no corresponde a sus resultados- y el perfil de small cap, que en muchos casos ofrece mayor potencial de crecimiento que las grandes empresas. Con esa guía bajo el brazo, los expertos señalan como promesas en 2012 valores del sector energético -es el caso de Repsol-, concesionarias, algunas constructoras, compañías cíclicas -como Acerinox o Arcelor- eléctricas y algunas entidades de pequeña capitalización.