Rajastán, magia y orgullo de reyes
Es uno de los estados más visitados y pintorescos de India. Rajastán se extiende por el noroeste del subcontinente, en una región de clima seco y suelos áridos que acoge el gran desierto del Thar, frontera natural con Pakistán.
Es uno de los estados más visitados y pintorescos de India. Rajastán se extiende por el noroeste del subcontinente, en una región de clima seco y suelos áridos que acoge el gran desierto del Thar, frontera natural con Pakistán, pero también tierras ricas y fértiles regadas por el canal Indira Gandhi, construido en los años sesenta del siglo pasado.
El carácter guerrero de sus habitantes, los rajputas, ha sido determinante en la historia de este territorio mágico y hostil. Rajastán siempre ha mantenido su independencia a pesar de las numerosas invasiones sufridas a lo largo de siglos. Nunca fue sometido completamente. Zona de paso de caravanas hacia Afganistán y China durante mucho tiempo, el comercio fue su principal fuente de riqueza hasta el desarrollo del ferrocarril bajo el dominio británico, que a su vez impulsó el crecimiento del puerto de Bombay.
Fortalezas encaramadas en promontorios rocosos o que emergen en llanuras yermas, palacios de gran belleza en el corazón de ciudades fortificadas, havelis (mansiones urbanas rajastaníes) y el orgullo de pertenencia a esta tierra de sus habitantes forman parte del legado de su pasado esplendor que el visitante puede admirar hoy. El turismo se ha convertido en una importante fuente de ingresos. La ubicación de Jaipur, la capital de Rajastán, a unos 400 kilómetros de Nueva Delhi y a poco más de 200 kilómetros de la joya turística de India, el Taj Mahal, conforman el denominado "triángulo dorado", muy promocionado en España.
Pero esta tierra da para mucho más que una fugaz visita al imponente palacio del rajá de Jaipur, su fuerte o sus interminables bazares. La ciudad rosa, como se conoce a su capital, es el inicio de un viaje repleto de sorpresas: Jodhpur, con millón y medio de habitantes y sus murallas del siglo XV en pie, mantiene el carácter de ciudad fortificada. En las afueras, la fortaleza de Mehrangarh es el máxima exponente del esplendor de estas construcciones típicas de Rajastán.
La ciudad de Udaipur, quizá una de las más pintorescas, construida sobre tres lagos y rodeada de montañas, es un importante centro de ayurveda, antiquísimo sistema de medicina hindú en el que se considera que el hombre y el universo están interrelacionados; y en el remoto desierto del Thar, lindando con Pakistán, se alza un oasis, Jaisalmer, una ciudad construida dentro de las murallas del fuerte que alberga havelis construidos en distintas épocas por ricos mercaderes y nobles de la ciudad, y que se caracterizan por sus fachadas de arenisca dorada exquisitamente talladas.
Palacios convertidos en hoteles y vida salvaje
Cuando en 1970 la primera ministra Indira Gandhi suprimió los privilegios económicos que mantenían los rajás (príncipes) de todo el país tras la independencia de Gran Bretaña, algunos se adaptaron a las nuevas circunstancias ingresando en el ejército o en el cuerpo diplomático. Otros, para mantener sus propiedades, se vieron obligados a reconvertir sus palacios y pabellones de caza en lujosos hoteles que hoy atraen a turistas de todo el mundo interesados en conocer de cerca el estilo de vida de los príncipes de Rajastán.De hecho, es frecuente cruzarse a los actuales rajás en los jardines o salones de estos palacios departiendo con los clientes. Actualmente, los hoteles Rambagh Palace, en Jaipur, Lake Palace (Udaipur) y Umaid Bhavan Palace (Jodhpur) se encuentran entre los mejores del mundo.Otro atractivo que ofrece Rajastán son sus reservas naturales, protegidas por ley, que abarcan una gran diversidad biológica. Monos, osos, cocodrilos, antílopes o chacales son algunas de las especies salvajes que se pueden observar con facilidad y, si se es muy afortunado, tigres y leopardos, hoy especies amenazadas, y durante décadas blanco de las cacerías de los rajás y sus invitados.