Japón, algo cambia más allá de Olympus
Cuando hace cuatro meses el inglés Michael Woodford (51 años) fue despedido de la cúpula de la empresa de cámaras y endoscopios Olympus pocos habrían previsto que las inamovibles instituciones niponas acabarían poniéndose de su parte. Para sorpresa de muchos el pasado jueves la policía dio la razón a Woodford de manera rotunda al detener a los tres directivos que intentaron arrinconarle en octubre para que no sacara a la luz un gran escándalo que, finalmente, les llevará a rendir cuentas ante la justicia.
Denuncias de fraude
Todo empezó el 14 de octubre de 2011 cuando Woodford fue expulsado de su cargo como consejero delegado de la empresa por denunciar un fraude de 1.150 millones de euros en transacciones irregulares. Las acusaciones del inglés eran gravísimas: les culpaba de haber maquillado grandes pérdidas desde los años 90. La magnitud del escándalo es tal que no solo ha sumido en una profunda crisis a Olympus sino que está poniendo en jaque la credibilidad de todo el sistema empresarial japonés porque se sospecha que los bancos y otras organizaciones (desde los políticos hasta la mafia), podrían haber propiciado el fraude.
Efectivamente, las pesquisas de Woodford no solo han puesto patas arriba la compañía. Su insistencia en la necesidad de sacar todo a la luz parece estar marcando un punto de inflexión hacia una nueva cultura empresarial japonesa más transparente. Olympus ha perdido gran parte de su valor en Bolsa y ha estado a punto de ser eliminada de la cotización en Tokio. Incluso, hasta las inesperadas detenciones del jueves, los directivos japoneses aún confiaban en que el peso de la tradición en su país, que hace intocables a los individuos más poderosos de cualquier jerarquía, lograra parar las investigaciones y les permitiera eludir sus responsabilidades.
Pero los hechos se han salido del guion. La magnitud del escándalo está siendo más fuerte que "la cultura del si señor", como la llama Woodford, y siete ejecutivos fueron detenidos, incluidos el ex presidente de la empresa Tsuyoshi Kikukawa, su ex vicepresidente, Hisashi Mori, y su ex auditor, Hideo Yamada. Las otras cuatro personas han facilitado el fraude, como los banqueros Akio Nakagawa y Nobumasa Yokoo, sospechosos de ayudar a esconder las enormes pérdidas de la compañía.
Woodford calificó el día del jueves como "histórico" aunque advirtió que Japón no ganará nada si utiliza a estas siete personas como cabezas de turco. "Hay que ir más allá porque el fraude fue de enormes magnitudes. No solo hay que descabezar al pulpo, también hay que eliminar sus tentáculos", advirtió en Londres el mismo día que se produjeron las detenciones.
"Cuando me reuní con las autoridades de la policía en Tokio en noviembre, me dijeron que le darían la vuelta a cada piedra del camino y que seguirían hasta el final el rastro del dinero. Lo que ha sucedido demuestra que Japón se toma con seriedad este asunto pero todavía hay muchos temas importantes sin resolver".
El insaciable Woodford quiere seguir tirando del hilo en un ejercicio de transparencia que no solo cambiará profundamente la compañía sino que pone en jaque la cultura empresarial de todo el país. "Yo no quiero que Japón se quede solo con una vista parcial de todo lo que pasó. Necesitamos que se respondan preguntas fundamentales". Tras las detenciones, estas son las cuatro grandes cuestiones que plantea: "Se han manejado grandes cantidades de dinero y tenemos que entender hasta qué punto los bancos estaban involucrados. ¿Quién financió los 687 millones gastados en supuestos honorarios y los 820 millones de dólares que se gastaron en tres compañías fantasma? Si fue el banco SNBC (que tiene estrechas relaciones con Olympus y que actualmente está siendo investigado) ¿cómo no se dio cuenta de que las actividades que estaba subvencionando eran ilegales?, se plantea Woodford.
Silencios en cadena
Su segunda pregunta que es sobre los auditores. "¿Quién hizo las auditorías y cómo es posible que las respuestas de Olympus satisficieran sus estándares de calidad? " Michael Andrew, el director de la empresa global de servicios de auditoría KPMG ha dicho que era evidente que había habido fraude a gran escala sin embargo dio el visto bueno a una de las empresas subsidiarias de Olympus en Reino Unido en 2009. También Ernst & Young dio su visto bueno a otras transacciones entre 2009 y 2010.
Además, en la era de Kikukaua, Olympus compró más de 100 compañías," ¿a quién?, ¿quién facilitó estas transacciones?" La última de las cuestiones es "¿de dónde vinieron las primeras pérdidas que llevaron a Olympus a esa situación?, ¿qué se quiso encubrir en aquella primera vez?", plantea el inglés.
Después de las detenciones, dos acontecimientos darán idea de hasta qué punto el escándalo de Olympus está logrando cambiar Japón. Por un lado habrá que estar atentos al juicio de los directivos de Olympus y las penas que se les imponen. Por el otro, el 20 de abril está previsto que se celebre una junta extraordinaria de accionistas de la compañía. Ese día se elegirá una nueva directiva.
Algunos de los candidatos a la dirección formaban parte de la directiva en que proliferó el fraude. Los sucesos de estos meses hacen que ese día los inversores no solo voten por una nueva directiva, sino a favor o en contra de un nuevo modelo más transparente y limpio para las empresas niponas.