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El BCE resuelve la crisis de liquidez, pero no la desconfianza

La banca europea tiene 600.000 millones, ¿por qué no los presta?

La manguera del BCE ha hecho milagros con la crisis de liquidez de los bancos: la ha borrado de un plumazo. En las arcas del supervisor las entidades guardan una media de 600.000 millones en lo que va de año. Pero precisamente está ahí porque no se está prestando.

Sede del  BCE
Sede del BCEBloomberg

Crisis de liquidez, 0; desconfianza, 10. Las medidas implantadas por Mario Draghi desde que asumió las riendas del Banco Central Europeo han hecho que les salieran sarpullidos a los guardianes alemanes de la ortodoxia y a varios de sus bancos (el Deutsche Bank de Josef Ackermann es un buen ejemplo), pero ha cortado de raíz uno de los principales problemas a los que se enfrentaba la banca: la falta de liquidez.

Las inyecciones a muy largo plazo (tres años) que inauguró el BCE en diciembre han apuntalado la supervivencia de la banca. De paso, han dado un respiro más que contundente a la deuda de los países con problemas, ya que las entidades financieras han usado parte de los nuevos fondos para acudir a las subastas de bonos de países como España e Italia.

Pero lo que no ha conseguido Draghi es frenar la desconfianza. Con dinero en las alforjas o sin él, los bancos siguen siendo muy reacios a prestarse entre ellos y más a los clientes finales. Por mucho que se haya apreciado una mejora en el mercado interbancario, la parálisis sigue ahí, como demuestran las cifras de dinero depositado en el BCE.

La media diaria desde el comienzo del año supera ligeramente los 600.000 millones de euros. ¿De dónde sale esta cifra? Es la suma de los fondos depositados en la caja fuerte del supervisor (la llamada facilidad de depósito, el lugar donde los bancos dejan su dinero para que esté a salvo de cualquier tempestad aunque por él solo consigan un 0,25% de rentabilidad) y los que se consignan cada día en la cuenta destinada a cubrir las reservas mínimas que todo banco debe tener en función de sus activos. A la cantidad resultante se le resta la facilidad de crédito, que es el dinero que piden los bancos al BCE cuando tienen algún desajuste puntual.

Es cierto que el dinero que va a cubrir la reserva mínima es obligatorio, es el llamado coeficiente de caja, que el BCE ha rebajado del 2% al 1% de los activos. Según las cuentas del supervisor, los bancos europeos necesitan 104.294 millones para cubrir esta partida. Son liquidez, pero las entidades no pueden disponer de ella. Pero incluso si se resta esta partida, queda medio billón de euros que sí puede considerarse exceso de liquidez, excedente.

La pregunta es por qué ese dinero está en el BCE y no en otra parte (en la economía, por ejemplo), donde en teoría se podría conseguir más rentabilidad por él. La respuesta, según fuentes del sector, es que la desconfianza no ha bajado un ápice. "Hay una prudencia exacerbada en el sistema", explican.

Pero un punto igual de importante es conocer el origen de estos fondos, qué bancos los están depositando ahí. Draghi lo ha dejado claro varias veces: no son los mismos que acudieron a la subasta de liquidez a tres años. En el sector concuerdan con ello. No se trata de que los bancos cojan dinero del BCE y luego lo depositen en la misma plaza; simplemente es que no todas las entidades están en las mismas condiciones.

Los bancos que han acudido a la barra libre de liquidez, sobre todo los españoles y los italianos (que han copado las peticiones) están usando los fondos para "tapar agujeros" (en el mejor de los sentidos), según fuentes del mercado, y los están destinando a financiar vencimientos de deuda, en muchos casos. Sus vencimientos, y los ajenos, porque también lo están usando para acudir a las subastas de letras o bonos de sus Estados. Lo que les sobre, lo consignan igual que todos en el BCE, pero no es tanto.

Son los bancos alemanes y de otros mercados financieros menos contaminados por la crisis los que acuden a la caja fuerte del supervisor e inflan las cifras. Precisamente, los que no necesitan acudir a las subastas del BCE y tampoco compran deuda de sus países, porque la rentabilidad que ofrecen las letras y los bonos alemanes, por ejemplo, no les daría ninguna ganancia (lo contrario de lo que sucede en el caso español o italiano). Con ellas está claro, estas entidades sí tienen exceso de liquidez, pero también exceso de desconfianza y prefieren dejar su dinero en el banco central a prestarlo a otros bancos del Sur de Europa.

¿Hasta cuándo durará esta situación? Nadie espera que termine pronto. Restablecer la confianza será una cuestión a largo plazo que dependerá de los próximos episodios de la crisis y de lo profunda que sea la recesión a la que se encamina Europa.

Mientras tanto, todo apunta a que la liquidez refugiada en el BCE seguirá creciendo. El próximo día 29 el supervisor celebra la segunda subasta a tres años y se espera que las peticiones de la banca sean incluso superiores a la de diciembre (y entonces fue medio billón de euros). Parte de ella tapará agujeros; otra se pedirá en exceso por si acaso, y esta última acabará incrementando los fondos de la caja fuerte. Eso sí, se seguirá sin prestar.

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