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Teatro

Antígona. Siglo XXI

Fragmento del montaje, Antigona. Siglo XXI
Fragmento del montaje, Antigona. Siglo XXITeatro Español

Cada época alumbra su propia Antígona. Viene sucediendo desde hace más de 2400 años y así seguirá. Es lo que tienen los mitos clásicos, que lo mismo valen para un roto (la batalla de Tebas, la guerra de Irak) que para un descosido (el suicidio de un poeta, el 15M o las riñas con tu hermano pequeño). Invitan a ser renovados, constantemente reinterpretados.

Emilio del Valle e Isidro Timón estrenaron su particular versión este verano en la última edición del Festival de Mérida (monográficamente femenina, con la figura de Antígona como paradigma). Han despojado el texto de Sofocles de la abigarrada retórica clásica. Han actualizado el lenguaje y el paisaje escénico.

El coro griego es una turba de payasos, felinianos y militares. El general Creonte, un telúrico Chete Lara, es presentado como un acicalado dirigente político enfundado en su uniforme de chaqueta y corbata. Comanda los designios de sus electores (ciudadanos de la polis) mirando a la cámara del Tiresias: el adivino ciego de Sófocles es aquí un reportero de guerra.

Quizás sea éste el mayor acierto en la utilización de recursos escénicos contemporáneos. El poder, la guerra y la muerte son los pilares de esta tragedia. La representación del conflicto, su traslación a la imagen sustituye al acontecimiento real. La locución televisada de Creonte prohibiendo, bajo pena de muerte, dar sepultura a Polinices, hermano de Antígona, lo sitúa en un espacio completamente irreal.

"Una imagen de la televisión pura, inútil, instantánea, que pone de manifiesto su función primordial, que consiste en llenar el vacío, en colmar el agujero de la pantalla de el televisor a través del cual se esfuma la sustancia del acontecimiento", inquiría Baudrillard en La Guerra del Golfo no ha tenido lugar.

Las imágenes nos adentran en el territorio mítico, pero el núcleo del montaje se concentra, juiciosamente, en el trabajo actoral. La confrontación entre Creonte ("El Rey de Tebas no puede ceder ante una mujer") y Antígona ("yo no quiero el amor, yo quiero amar") destaca y sincretiza la lucha política y moral. Pero hay más, mucho más. George Steiner, posiblemente el más lucido ensayista sobre el fenómeno Antígona, se atrevió a diseccionar el abismo de la obra en cinco ejes conflictuales: Hombres contra mujeres; viejos contra jóvenes; individuos contra la sociedad; vivos contra muertos y humanos contra dioses.

Cuándo: Hasta el 19 de febrero

Dónde: Sala Naves del Español-Matadero de Madrid

Horario: De martes a sábado 20h. domingos 18h.

Cuánto: Entradas 22¤. Martes y miércoles 25% dto.

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