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Rubalcaba 'El Pretérito' o 'Sorpresas' Chacón

Cuanto más se acerca el Congreso del PSOE mas sensación se extiende de que no ha resuelto lo más importante: un debate sobre qué ha ocurrido para llegar a la situación en la que está y qué hay que hacer para recomponer el sitio que el PSOE nunca debió perder, y que soporte cualquier análisis de solvencia tanto en la oposición como en el Gobierno. Algo que seguramente Rubalcaba encarna mejor que Chacón, pero que ninguno de ellos representa plenamente. Uno huele a pasado, a derrota, a 110 escaños (Rubalcaba el Pretérito) y otro a experimentos peligrosos, a zapaterismo improvisante (Sorpresas Chacón).

Dos semanas quedan para el congreso federal del Partido Socialista y quien diga que sabe quién ganará, se engaña. Carme Chacón viene crecida porque está sorprendida de su propio éxito, que supone que una buena partida de secretarios generales regionales no han logrado imponer sus tesis e incluso han perdido sus congresillos. Y Rubalcaba empieza a apelar insistentemente a la unidad, una malísima señal de los apoyos reales que tiene.

El partido está dinamitado. Que los secretarios generales no logren imponer sus listas da una idea de cómo bulle en la militancia el cabreo con todo en general: con la gestión de Zapatero, con la falta de democracia interna que se cargó las primarias de las que el partido hacía gala frente al dedazo de la derecha, con el empecinamiento de Rubalcaba, con el empecinamiento híbrido de Chacón (mitad socialista mitad nacionalista), etc. Esta calorina no es el mejor clima hara hacer el debate que el partido necesita, que un partido que tenga que hacer una oposición responsable necesita. Por ello no hay tal debate. Sólo se discute si los apéndices de Zapatero seguirán controlando el proyecto socialista, o si los viejos roqueros (felipismo) retoman el control del proyecto.

La ponencia política que se lleve al Congreso puede ser fantástica, pero en absoluto se ha hablado de ella. Los candidatos sólo hacen vagas referencias a viejas imágenes del pasado reciente europeo, de la edad de oro de la izquierda, pero sólo como bandera a la que enganchar sus candidaturas, sin explorar nada más allá de la corteza. Rubalcaba y Chacón, Chacón y Rubalcaba, reivindican la socialdemocracia, porque es la forma más ancha de hablar de socialismo democrático, pero ninguno de los dos dice cómo debe ser en el futuro esa socialdemocracia que, de no ser revisada en profundidad, puede permanecer enterrada en toda Europa para décadas.

Socialdemocracia es provisión de servicios públicos de forma sostenible (y financiable), aunque para ello se precisen sensibles subidas de impuestos; socialdemocracia es retener un aparataje determinado de gestión industrial pública que soporte los vaivenes de las crisis; socialdemocracia es mantener una presión fiscal notable para sostener provisión por desempleo y retiro de los trabajadores con altos estándares de retorno en la renta. Pero ni Chacón ni Rubalcaba, ni Rubalcaba ni Chacón, detallan qué se hará con los impuestos.

Se precisa más autocrítica. No puede hablarse de un partido reforzado si en el congreso se limita a cambiar el cartel pero no explora en porqué está postrado, y si quiere repetir un proyecto de eventurerismo político o recuperar la solvencia mostrada en los cuatro mandatos de González, en los que entraba de cara a los problemas y proponía soluciones aunque no les gustasen a sus electores. Tiene que entrar en parte en territorio de la derecha para competir con ella, pero con la sutileza suficiente como para que la gente no aprecie que planteas las mismas cosas, porque en tal caso prefiere a la derecha misma.

El congreso es muy pronto. No porque falten dos semanas, sino porque la afiliación y los gurus del partido no han sedimentado qué ha pasado. Es muy fácil decir que ha sido la crisis, pero eso solo esconde la actitud cobarde de no proponer soluciones alternativas compatibles con el electorado de centro, que es quien da y quita gobiernos (lo de IU es una anécdota que morirá si el PSOE vira a la izquierda).

Rubalcaba representa el pasado, y no tiene las mejores credenciales electorales del mundo. Pero si se quiere aferrar a un modelo explotado en los ochenta, debe decirlo. Chacón representa la extensión del zapaterismo, la improvisación continua, los bandazos, las sorpresas en la gestión, engullir a IU pero no sobrepasar los 120 escaños, porque el personal ha quedado muy escaldado de Zapatero; ninguna garantía para un país en crisis. España está en crisis, pero no desesperada. El congreso es muy pronto. Se necesita más tiempo para sedimentar una alternativa joven, racional, solvente y que aglutine la bueno de González, que lo tenía, y de Zapaterio, que, aunque menos, también lo tenía.

Ni Rubalcaba el Pretérito, ni Sorpresas Chacón. El PSOE, la izquierda y el país entero necesita otra aternativa. Menos añeja. Menos experimental. Más solvente.

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