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La increíble deuda menguante de Grecia

En julio, griegos y bancos discutieron hasta la madrugada para poder llegar a un acuerdo de canje a última hora que salvase el plan europeo para sellar la crisis de deuda. Entonces la quita se calculaba en un 21%. El plan no llegó a puerto por la incapacidad de los políticos italianos y alemanes de defender en sus propias casas lo que pactan cuando viajan a Bruselas. Por eso, y porque después a alguna luminaria se le ocurrión que, en realidad, lo que le hacía falta a la zona euro no era la acción del BCE, ni la integración fiscal, sino exigir más capital a los bancos.

Con eso nos fuimos a septiembre y octubre, cuando volvió a hablarse de la quita griega. Para entonces la quita estaba en el entorno del 50%. Este fin de semana se han acelerado las negociaciones (siembre coinciden con cumbres europeas, porque el apoyo de Europa y el FMI a Grecia es condición sine qua non) y la quita se calcula en el entorno del 70%.

La quita griega ejemplifica bien el avispero europeo. Tenemos, de un lado, al gobierno heleno, que necesita rebajar su deuda a un nivel razonable para poder seguir pagándola. Aunque da la cara en la negociación probablemente sea quien menos pinta; la economía está intervenida y solo recibe financiación exterior vía BCE y ayudas. Al otro lado están los acreedores, representados por la asociación IIF, que quieren recuperar la máxima parte de dinero posible. Pero hay más gente implicada.

Por otro lado está la Unión Europea, que quiere que se llegue a un acuerdo que cierre la sangría griega. Pero no quiere poner mucho más dinero. Para dejar la deuda griega en un nivel razonable, lo que no se negocie con la banca lo tiene que poner la UE. Y, en todo caso, la UE son unos 17 países diferentes que se tienen que poner de acuerdo para ayudar a Grecia. Luego está el BCE, que quiere algo parecido a la UE, pero no exactamente lo mismo. Concretamente, al BCE le preocupa un impago de deuda que active las cláusulas de seguros de crédito (CDS).

De momento, la exposición de la banca europea a la deuda griega está relativamente controlada; más o menos, se sabe quién tiene riesgo. Pero si se activan los contratos de CDS, entonces no se sabrá quién vendió esa protección frente al impago griego, ni cuánto riesgo hay en el mercado, lo que provocaría más tensiones en el mercado. Por eso para el BCE es clave que el acuerdo sea "voluntario" y no se activen los CDS.

Pero, para que la banca acepte "voluntariamente" perder el 70% de su inversión, tiene que temer que, si no acepta, lo perdería todo porque Grecai decretaría el impago por decreto. Pero eso llevaría a activar los contratos de CDS, lo que no quiere el BCE. Además, dentro de los acreedores de Grecia, no solo están los grandes bancos, sino también hedge funds que quiere aprovechar la situación y no quieren aceptar el canje, pues probablemente hayan comprado deuda griega a precio de saldo y quieran sacar tajada. 

Y hay que tener en cuenta, además, que este pacto, en caso de alcanzarse, tiene que venir acompañado de un acuerdo a nivel europeo para reforzar los mecanismos de rescate y para concretar las ayudas a Grecia. Y, de momento, ayer Schäuble ya adviritó que, de reforzar el fondo de rescate permanente como piden Draghi y Monti, nada de nada. En fin, que el BCE ha aliviado mucho la tensión de los mercados con sus subastas de deuda, pero para solucionar la crisis del euro todavía queda un trecho. 

Música contra la crisis. Bob Dylan, Hurricane

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