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Nuevo mapa bancario

Cajas medianas: crecer o morir

El impacto de las nuevas exigencias en materia de provisiones que prepara el Gobierno inyecta mucha presión al sector, que se verá obligado a fusionarse y reducir oficinas

La nueva regulación en materia de provisiones va a impactar de lleno en la línea de flotación de las cajas medianas. Los 50.000 millones de euros que deberá apartar la banca española para cubrir con mayores garantías su exposición al ladrillo van a afectar a todas las entidades, pero las grandes tienen mucha más capacidad financiera para encajar el golpe.

Para el sector de cajas llueve sobre mojado. Desde 2010, viven en un estado de perpetua mudanza. Obligadas a fusionarse, a buscar capital, a reducir oficinas, a travestir su naturaleza jurídica... y ahora resulta que todo este esfuerzo no es suficiente.

Cuando se apruebe el decreto que obligue a provisionar el suelo rústico en balance en cerca de un 95% y el urbanizable en un 60%, según los primeros borradores del Ejecutivo, cajas como Catalunya Caixa o Novagalicia Banco se verán abocadas a ser adquiridas por un tercero. En septiembre de 2011, cuando fueron nacionalizadas junto a Unnim, aún se mantenía la esperanza de que pudieran maniobrar para levantar capital y evitar tener que ser absorbidas, pero ahora esta posibilidad está prácticamente descartada.

En cuanto culmine la subasta de Unnim, a lo largo de febrero, el Banco de España y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria pondrán en marcha la venta de Banco de Valencia y Catalunya Caixa. La caja gallega, capitaneada por José María Castellano, contará con unos meses más para tratar de concretar el desembarco de fondos de inversión en su accionariado, pero desde el sector se considera cada vez más improbable que se cumpla este objetivo.

No solo las tres cajas que tienen al Estado al frente de su consejo de administración van a participar en operaciones corporativas. Un importante grupo de cajas medianas, algunas de ellas con balances muy saneados, van a verse muy presionadas para ganar tamaño y absorber el impacto de las provisiones.

El Gobierno se muestra favorable a conceder un margen de flexibilidad con el nuevo calendario de dotaciones a aquellas entidades que acometan un proceso de integración. Así, grupos como Kutxabank (producto de la fusión de las tres cajas vascas) o Liberbank (liderada por Cajastur) o Ibercaja (la única entidad de cierta dimensión que no ha participado en ninguna operación), tendrán un gran incentivo para buscar alianzas.

El panorama es aún más acuciante para aquellas entidades que han recibido préstamos del FROB, como es el caso del grupo BMN (liderado por Cajamurcia), Banca Cívica (que cotiza en Bolsa) o Unicaja (después de haber absorbido Caja España Duero). Las dos primeras recibieron más de 900 millones de euros, con lo que cada año deben pagar al Estado 75 millones de euros de interés. En el caso de las cajas castellanoleonesas el importe concedido fue de 525 millones, y la carga financiera supera los 40 millones. Esta losa, que a la vista de la delicada situación de los mercados de capitales parece un poco menos pesada, obligará a estas tres alianzas de cajas a buscar nuevos socios para ganar tamaño.

También la pequeña Caja 3 (con 32.300 millones de euros de volumen de activos) está abocada a ganar dimensión. La alianza de Caja Inmaculada (CAI), Cajacírculo y Caja Badajoz, logró evitar la primera embestida de nuevas exigencias de capital gracias a sus saneadas cuentas y su ínfima dependencia de financiación mayorista. Pero las nuevas presiones han obligado al grupo a operar a través de un banco instrumental y a retomar los contactos para buscar socios. Su dimensión la convierte en una pieza muy atractiva para todos aquellos grupos que tienen alrededor de 70.000 millones y que persiguen superar la barrera de los 100.000 millones, marcada por el Gobierno y el Banco de España.

Una vez que el equipo de Mariano Rajoy concrete las nuevas provisiones, bancos y cajas deberán empezar a dotarlas con cargo a beneficios (como ya ha hecho, de forma anticipada, Banesto) o recurriendo a reservas, si la entidad participa en una fusión. El siguiente paso para completar el saneamiento de la industria bancaria española será iniciar un nuevo proceso de ajuste, para reducir la capacidad instalada (oficinas y empleados) en un 20%.

A la espera de que se concrete la regulación

El sector de cajas es un hervidero de contactos y especulaciones. La alta dirección analiza posibles alianzas, mantiene contactos discretos y evalúa escenarios futuros, pero todavía no se ha decidido a pasar a la acción. "Hasta que no esté el detalle de la nueva regulación en materia de provisiones nadie se moverá", apunta un directivo de una caja mediana.Por el momento, el Ejecutivo tan solo ha mantenido contactos con las entidades más grandes, por lo que el resto de la industria se mueve a ciegas. "Estamos totalmente despistados", apunta el consejero delegado de uno de los nuevos bancos a través de los que operan las alianzas de cajas. "No tenemos más referencias que las noticias que van saliendo en prensa. Necesitamos más concreción para poder fijar una estrategia".La intensidad de la presión que se va a ejercer sobre el suelo y las promociones y, sobre todo, el plazo para que se levanten los 50.000 millones de euros serán decisivos a la hora de fijarse el ritmo de nuevas operaciones de fusión dentro del sector de cajas.

Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.

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