Chicago, la ciudad sorpresa
Destino obligado para los arquitectos, los grandes edificios de Chicago asombran en una ciudad vibrante que bulle con el buen tiempo junto al lago Michigan.
La primera impresión de Chicago más común para un español es de sorpresa. El mundo entero mira hacia Nueva York y frecuentemente se olvida de la conocida como segunda ciudad, con una rica actividad económica y cultural, multitud de tiendas para hacer compras, grandes parques y lugar de ensayo en el que los mejores arquitectos han dejado su huella en el skyline.
Al centro de la ciudad se le conoce como el Loop (bucle en inglés, por el recorrido en espiral que realiza el metro elevado). En esta zona, la imaginación puede llevar al Chicago en blanco y negro, a los gánsteres y al Al Capone que campaba a sus anchas por la ciudad durante la ley seca. Como en el downtown de Nueva York, el paseante camina entre rascacielos. A cual más portentoso. No en vano, aquí se construyó la primera estructura interna de acero, que dio origen al rascacielos, en el Madnock Building. A pocos minutos caminando se encuentra otro coloso, el más alto de mundo durante décadas, la Torre Sears (actualmente Willis Tower). 105 plantas para dividir toda la ciudad y el gran lago Michigan que le sirve como mar. Los distritos del Loop, el Near North y Gold Coast, son un continuo de grandes obras, como el Chicago Federal Center (de Ludwig Mies van de Rohe) o el Reliance Building (el primer rascacielos acristalado). Una buena forma de conocer este apasionante urbanismo se realiza gracias a un crucero por el río, organizado por la Chicago Architecture Foundation, cuya tienda es un buen lugar para encontrar regalos.
En el Near North comienza la magnificent mile (en la avenida Michigan), donde hacer compras es una obligación. Y si le sabe a poco, cinco calles más allá las firmas de lujo tienen sus tiendas en Oak Street, con marcas de EE UU que no se encuentran fácilmente en Europa.
Cerca de la milla del shopping hay un par de paradas para coger fuerza. Una, en Giordano's, un restaurante donde preparan la pizza de la ciudad, que es de más de cinco centímetros de alta y está rellena. La especial, rellena de pimientos y salchichas, está espectacular. La otra zona de descanso es el edificio John Hancock Center, casi tan alto como Sears, pero con un bar en la última planta donde disfrutar de las vistas sentado mientras se toma un buen cóctel. Y para reponer fuerzas, no hay que olvidar cualquiera de los steak houses, donde comer un buen filete, y el Miller's Pub, para hartarse de costillas, junto al histórico hotel Palmer House, en el que ha actuado durante un siglo todo el star system.
Tampoco se pueden dejar de ver las zonas verdes de la ciudad, todo un eje de norte a sur a la orilla del lago Michigan, que en verano -a la vez que llegan los festivales de música y los ciudadanos recuperan la calle- se convierten en verdaderas playas, incluso la surfera de Oak Street. Al norte, Lincoln Park acoge el histórico zoo gratuito. Y Millenium Park esconde multitud de sorpresas, como la escultura conocida como Bean (judía), el pabellón de Frank Gehry, la Crown Fountain del español Jaume Plensa y una coqueta pista de hielo en el duro invierno de la conocida como la wind city, por el helador viento que llega del lago. Al lado del parque se encuentra el Instituto de Arte de Chicago, un imprescindible en la visita porque esconde salas repletas de grandes obras modernas, desde los mejores impresionistas (nada que envidiar al Orsay parisino) y el arte de EE UU hasta el cuadro American Gothic o lo más destacado de Edward Hopper. Todo gracias a un poderío económico que la hace brillar.
La cuna del blues
Chicago es conocida actualmente por ser la ciudad de origen de Barack Obama. Su barrio, Hyde Park y el South Side esconde edificio góticos y una de las universidades históricas de EE UU, la de Chicago, como una isla acomodada entre barrios de negros.
Aunque para los amantes de la música, la ciudad también es reconocida por ser cuna del blues, un lugar donde los trabajadores negros del sur llegados hacia las ciudades como Chicago perfeccionaron este sonido. Una noche hay que acudir al club Buddy Guy's Legends, que aunque remodelado ha perdido cierto atractivo, sigue programando a los mejores grupos.