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Columna
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Francia: saltarse un paso

Los dos principales partidos políticos de Francia han recibido la tan esperada rebaja de calificación de S&P de forma tristemente familiar. El candidato socialista a las presidenciales, François Hollande, dijo que eran las políticas de Nicolas Sarkozy, no Francia, las que rebajaban nota. Mientras, el primer ministro francés, François Fillon, sugirió que Hollande debería someter su programa electoral a la evaluación de S&P. Las peleas y la evasión están a la orden del día y Francia está en camino de desperdiciar lo que podría haber sido una buena crisis de calificaciones.

Las consecuencias de la rebaja serán sobre todo políticas y diplomáticos. El orgullo francés se verá afectado más que sus financias, y su capacidad de negociar en los mismos términos con el über-leader alemán de la eurozona se ha esfumado. Los rendimientos de los bonos soberanos del país no se han visto demasiado afectados con la decisión de S&P. Pero los políticos franceses de todos los colores podrían haber visto la rebaja como una oportunidad para centrarse en los problemas económicos del país y sus perspectivas de crecimiento. Francia no solo está yendo por detrás de Alemania. Una vez que Mario Monti presente sus planes de reforma, Italia puede tener un refuerzo más potente para su crecimiento. Pero en lugar de diseñar planes de reforma, los políticos discuten simplemente sobre el tipo de austeridad. Sarkozy, que tontamente recortó los impuestos hace cinco años, quiere congelar el gasto. Hollande va a por el viejo enfoque de hacer mojarse a los ricos, que ve como una forma de conseguir votos de la izquierda más radical en las elecciones de mayo.

Tras unos 37 años de déficits presupuestarios, no hay duda de que Francia necesita disciplina fiscal. Pero a menos que se comprometa con reformas serias, el país se condenará a una espiral de recesión impulsada por la austeridad. Si ninguno de los principales candidatos puede articular un plan creíble sobre el cambio económico, es de esperar una fuerte acción destructiva por parte de los partidos de extrema izquierda y derecha en las elecciones. Y entonces no será bonita la primavera en París.

Por Pierre Briançon

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