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Mariano Rajoy, el lenguaje y la escalera

Es tradicional que los gallegos provoquen en los no gallegos errores de interpretación acerca de sus intenciones. Gráficamente se ha extendido la figura de que el gallego en una escalera despista de tal forma al observador que es complicado saber si sube, o si, por el contrario, baja. Pero los gallegos dicen que sí lo saben, y seguramente Rajoy, que da muestras diarias de este fenómeno físico, también.

Acerca de la posibilidad de subir los impuestos, manejada por los periodistas y por los expertos que siguen creyendo que las cuentas del Estado de este año no cuadrarán, Rajoy ha sido tan explícito que cada cual ha interpretado lo que ha querido, o ha podido tras sus declaraciones del lunes. Aunque no en gallego, Rajoy dijo que "en los próximos meses (concepto ciertamente vago y flexible) no hará falta subir los impuestos; en los próximos meses creo que será compatible la reducción del défciit con mantener los impuestos; ahora: nada es para toda la vida; a mi lo que me gustaría es bajarlos". Interpretaciones: descarta subirlos (en unos meses); no descarta subirlos (pasados unos meses); me gustaría bajarlos, pero ni lo que yo pienso es para troda la vida; cuando pasen dos años, y las elecciones estén realmente cerca, ya revemos; etc. etc.

Habrá que echar mano del diccionario que con buen criterio de servicio público desgranó hace unas semanas en La Vanguadia otro gallego que sube y baja las escaleras a la vez, el periodista Fernando Ónega. Pero los mensajes cada vez más habituales de Rajoy ameritan una ampliación de esta especie de guía de interpretación mariana (de Mariano). En la rueda de prensa con el presidente de la República Francesa, en la que monsieur Sarkozy no entendía intencionadamente más que las preguntas que quería, y no es gallego, Rajoy dejó más ejemplos sobre la razonabilidad de dudar del sentido de los vientos.

¿Está usted de acuerdo o no con la creación de una tasa a las transaciones financieras?. El "depende", mecanismo preventivo de quien sospecha un cambio de rumbo que puede arrastrarle, fue superado con un lenguaje nás directo de lo habitual, pero expresado en un calculado zigzag que dejó concertados y desconcertados a la vez (la escalera) a quienes le escuchamos habitualmente. "Estoy plenamente de acuerdo con el presidente de la República Francesa, en que hay que aplicar una tasa a las transaciones financieras, pero estoy también de acuerdo con la canciller Merkel , de que hay que hacerlo de forma negociada y en toda la Unión Europea a la vez". Menos mal que no añadió que también estaba de acuerdo, como ya dijo en el pasado, con David Cameron, y que no quiere ver ni en pintura tal tasa, se llame Tobin o se llame Sarkozy.

Rajoy parece un tío de fiar, pero deben ser los hechos lo que lo corroboren, porque el lenguaje le juega encerronas que él mismo prepara. ¿Querrá decir que los bancos pagarán el ajuste del sistema financiero cuando dice que los bancos deben costear el ajuste del sistema financiero". En terra de lobos, hai que oubear (aullar), asegura Ónega, para marcar el terreno ante los poderosos. Quede claro, en todo caso, que "Amigos, mui amiguiños; pero a vaquiña, polo que vale".

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