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S&P, el muerto en el entierro

¿Saben esa dama de honor, aún por casar, que se marca una sevillana antes de que los novios muestren el fruto de las clases de vals que han pagado durante el último mes? Esa dama de honor bien podría ser Standard & Poor's, que lleva intentando ser protagonista de eventos desde hace más de medio año.

A principios de verano, cuando Estados Unidos estaba embarrancado en el debate político sobre el techo de gasto público, S&P optó por poner en revisión y, finalmente, rebajar, la calificación de la deuda pública. No sin antes cometer un error aritmético de bulto, según WSJ. En diciembre, poco antes de la decisiva cumbre europea en la que se acordó la reforma de los tratados para adaptarlos a la política de Angela Merkel, S&P puso en revisión a la zona euro. Revisión que se ha completado este viernes, con Francia como protagonista y varios países, España incluida, afectados por el fuego a discreción y el efecto multiplicador de la rebaja en bloque.

Por más que en sus propios informes agencias de rating como S&P admitan, no sin falta de razón, que tampoco hay que tomarse tan en serio todas esas letras (por cierto, no se pierdan el artículo que enlazo), el timing de las decisiones de S&P sugiere, más bien, afán de protagonismo. El contexto manda, y en el contexto actual cada vez más personas e instituciones se han planteado la necesidad de restar relevancia a los ratings. Y eso, más los errores pasados, complica sobremanera la posición de las agencias, cuyo negocio no depende tanto de la calidad de sus calificaciones o informes sino de ser la única referencia.

Los ingresos de estas firmas vienen de las entidades que emiten deuda. Son quienes les pagan, y lo hacen porque en el mercado es necesaria una calificación para colocar dicha deuda. Pero si los ratings pierden relevancia, los emisores de deuda tendrán menos motivo para pagar por ellos, sobre todo teniendo en cuenta que últimamente las agencias suelen ser portadoras de malas noticias. De ahí el afán de protagonismo.

La crisis supuso un duro golpe del que las agencias aún no se han repuesto. Cada artículo que se escribe sobre estas firmas lleva la coletilla de sus estrepitosos fallos en la crisis crediticia. Por eso, además de afán de protagonismo, las agencias de calificación tienen pánico a fallar de nuevo, por lo que practican rebajas de rating preventivas, como comentamos aquí en octubre. Para que luego no digan que no avisé.

Ambos efectos, el afán de protagonismo y el miedo a volver a fallar, hacen que unas agencias que, se supone, deberían analizar fríamente los perfiles crediticios de empresas, bancos y administraciones, tengan una tendencia cada vez más pronunciada a correr detrás de la manada, a contagiarse del pánico y a hacer como un trader normal y corriente: poner las velas a favor del viento y, de paso, agudizar aún más las tendencias del mercado. Porque, efectivamente, la presión de S&P sobre la zona euro deteriora la calidad crediticia sobre estos países, al sembrar más dudas en el mercado.

Por cierto, el Reino Unido, con un déficit del 10% del PIB en 2010, un 80% del PIB de deuda y un crecimiento del 0,7% en 2011, según Eurostat, conserva la triple A y no está en revisión. Francia, con un déficit del 7%, la misma deuda y un crecimiento del 1,6%, ha sido rebajada.  

Música contra la crisis. Reigning Sound, su versión de Stormy Weather

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