(Des)concierto social en la banca , a la espera de Báñez
El convenio colectivo que rige las condiciones laborales de los 120.000 trabajadores de las entidades bancarias españolas venció el 31 de diciembre de 2010. Ante el momento de incertidumbre que atravesaba el sector -que pronto descubrió que a la hostil situación económica que afrontaba se le sumaba la reforma del sistema financiero, el saneamiento de sus balances, una mayor restricción del crédito y nuevas exigencias de capital-, patronal y sindicatos comenzaron a negociar inmediatamente para, al menos, contar con un tablero estable de condiciones laborales sobre el que echar el pulso a la crisis. Un año después, aun no se ha llegado a acuerdo.
Otro tanto ha ocurrido con el convenio colectivo de los empleados de cajas de ahorros, unos 130.000, cuyas condiciones de trabajo siguen en el aire. Curiosamente, ambas negociaciones se han llevado a cabo a un ritmo paralelo. Arrancaron con fuerza y ciertos avances en materias secundarias. La discusión del capítulo salarial, puntal de estos acuerdos, se retrasó, sin embargo, hasta bien entrada la primavera y se interrumpió en verano. Tras una perezosa vuelta del estío, las centrales y los empresarios terminaron por retomar el calendario de reuniones, pero la cercanía de las elecciones acabó pronto con los tímidos pasos que se estaban dando.
La previsible victoria del PP traía bajo el brazo la promesa de una nueva reforma laboral, presumiblemente más favorable al lado empresarial. Una premisa, asumida por ambas partes, que llevó a los sindicatos a tratar de acelerar las conversaciones y a la patronal a relajarse. Venció la indolencia. Lejos del endiabladamente maratoniano ritmo que toman estas negociaciones cuando urge cerrar un pacto, los encuentros se limitan ahora a uno al mes. La partida ha pasado a jugarse a escala nacional.
Las cúpulas de la CEOE, CC OO y UGT tratan de ultimar un acuerdo de mínimos para la reforma del mercado laboral que Mariano Rajoy les ha pedido que tengan listo para "después de Reyes". Por eso, aunque la banca y los empleados se han vuelto a citar para mediados de enero, nadie espera que ocurra nada hasta que la nueva ministra de Empleo, Fátima Báñez, diga la última palabra. Entonces, ambas partes tendrán que comenzar a negociar de cero, más de un año después. Lo paradójico es que tras la transformación que ha sufrido el sector desde que vencieran los anteriores acuerdos, con la conversión de la gran mayoría de cajas en bancos, cabe preguntarse si cuando se sienten a negociar tendrán que cerrar dos convenios, o ya solo será uno.