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Europa dice adiós a los kioskos

El año que empieza quizá ofrezca una de las últimas oportunidades para detenerse en Europa en uno de los tradicionales kioskos de prensa. Ese punto de referencia en miles de calles y plazas europeas está desapareciendo casi a la misma velocidad que lo hicieron las cabinas telefónicas.

Cada vez resulta más frecuente toparse con kioscos cerrados (como el de la foto) y nadie parece dispuesto a asumir el traspaso de ese punto de venta. En algunas ciudades, donde la concesión es pública, las autoridades relajan las condiciones de apertura (como horarios más flexibles y menos exigentes) pero ni aún así logran la reapertura. A cambio, florecen las cadenas de distribución cuyas enseñas nos hacen dudar si estamos en plena rue europea o en el pasillo de un aeropuerto internacion.

La extinción de un hito del paisaje urbano tan entrañable se debe, por un lado, a la distribución digital de buena parte de sus productos. Y por otro, al traslado de la venta (restante) de periódicos y revistas a establecimientos comerciales más confortables para el vendedor.

Cabe imaginar que la venta resulta más cómoda en los locales cerrados que en unos habitáculos expuestos a las inclemencias del tiempo y con unas condiciones de comfort a menudo precarias. Pero cuesta decir adiós a esos kioskos que siempre parecen estar situados en el lugar más oportuno para comprar el diario, las chuches, el abono de transporte... o, simplemente, preguntar una dirección.

Lo que empezó siendo en el siglo XIX "un oficio para marginados" se convirtió después en una compañía imprescindible para el tránsito urbano, una agradable meta volante en el paseo o en la etapa laboral de cada día. Alguna vez, la breve parada también sirve como salto de página para la preocupación, el recuerdo incómodo o el desasosiego. Y pocas satisfacciones hay tan baratas como servirse en la vía pública un periódico calentito nada más madrugar o como coletazo final de una noche interminable. Habrá que buscar placeres alternativos.

Foto: Kiosko en Bruselas (B. dM., 2011).

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