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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sin más prórrogas en el empleo

Los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social al cierre de 2011 obligan a hablar de un verdadero annus horríbilis en materia de empleo. El análisis del pasado ejercicio arroja un balance absolutamente desolador, con el menor nivel de trabajadores afiliados (17,2 millones) y el mayor número de parados registrados (4,4 millones) desde el inicio de la crisis. Durante los últimos 12 meses desaparecieron en España un total de 355.060 empleos -a un devastador ritmo de casi 1.000 por día- y el paro se disparó un 7,8%. Ello trae a la memoria, por contraste, previsiones como la que realizaban a principios del pasado año los anteriores responsables de la Seguridad Social, que auspiciaban que el ajuste del empleo estaba llegando ya a su fin y que 2010 pondría el broche a la crisis en términos de caída de afiliación. Quizá precisamente por ello, y dado que las hemerotecas no perdonan a nadie, la nueva secretaria de Empleo, Engracia Hidalgo, ha rehusado por el momento desvelar las previsiones del Gobierno sobre lo que ocurrirá en 2012 en materia laboral. Hidalgo tiene buenas razones para ser prudente.

Aunque los datos del pasado diciembre son ligeramente mejores que los registrados durante ese mismo mes en ejercicios pasados, el camino que debe recorrer España para comenzar a frenar la sangría del paro y volver a crear puestos de trabajo va a ser largo, duro y sacrificado. Datos como el de la caída en un 30% de los contratos indefinidos o el de la continuación del recorte laboral en sectores como el de la construcción, que aún no ha llegado al final de su proceso de ajuste, no dejan espacio al optimismo. Otro tanto ocurre con las arcas de la Seguridad Social, cuya cifra exacta de déficit aún no se ha dado a conocer, a la espera de incluir los ingresos del mes de diciembre, pero que ha dejado atrás más de una década de números negros para inaugurar una etapa en rojo.

En este desolador escenario, la petición del secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, para que el Ejecutivo conceda a sindicatos y patronal una semana más en el proceso de negociación sobre la reforma laboral no deja de resultar, cuando menos, sorprendente. Y, obviamente, no porque una semana más o menos de debate vaya a decidir el futuro del mercado laboral español, sino porque el gesto revela un apego a modos y tiempos que ya no tienen cabida en la situación actual.

La gran asignatura que España debe afrontar, junto al control del déficit público, es la reforma del mercado laboral en su más amplio sentido y con un objetivo básico: crear empleo. Se trata de una tarea compleja, pero eminentemente social, que exige determinación y firmeza, y para la que es necesario un cambio radical de actitud que incluye tanto los cómos como los cuándos. El resultado dirá si también habrán de cambiar los quiénes.

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