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Muy confidencial

Los inspectores de Hacienda, con el pie cambiado

Un cambio de Gobierno siempre provoca incertidumbres entre el personal de la Administración. El que se acaba de producir, mucho más teniendo en cuenta que se ha hecho a final de año, cuando se suelen adoptar muchas decisiones referentes al gasto y a los ingresos públicos. En la Agencia Tributaria, la incertidumbre llega a su estado máximo, dado que este organismo es el que tiene que llevar a cabo la gestión de la subida del IRPF, aprobada el viernes.

Pese a que la agencia cuenta ya con nueva presidenta, Beatriz Viana, sus cerca de 14.000 funcionarios están esperando, el nombramiento o, si procede, la confirmación en el cargo del resto de la cúpula, y las directrices para poner en marcha los cambios anunciados. Y es que, entre las tareas urgentes de los inspectores de Hacienda y del resto del personal tributario se encuentra la gestión de las nuevas retenciones salariales, a partir de febrero, y el desarrollo de un nuevo plan de control tributario que mantenga a raya el fraude.

Fuentes del organismo recalcan en público la profesionalidad y experiencia de la plantilla, pero admiten en privado una cierta desazón que, en su opinión, debe disiparse en las próximas semanas para que el engranaje fiscal no patine. Si el control del déficit presupuestario es una prioridad para el Gobierno, también lo debe ser el funcionamiento de sus instituciones.

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