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Ser banquero central en Pyongyang

Para aliviar un poco tanta sobrecarga de subidas de impuestos, ajustes fiscales y recesiones previstas, hoy cambiamos un poco el chip. O bastante. Con la muerte del Amado Líder Kim Jong il no solo las fuerzas de la naturaleza se desataron en Corea del Norte; también yo recordé haber leído que el país había llevado a cabo una reforma de su sistema monetario que tenía todas las papeletas para fracasar. Me puse a indagar y descubrí que, efectivamente fracasó. Y que la asunción de responsabilidades en las monarquías estalinistas es bastante drástica. En marzo el responsable de la política financiera y de aquella reforma fue ejecutado.

En un intento por controlar el creciente mercado negro de alimentos y otro tipo de productos, el gobierno coreano optó por una revaluación de la divisa y una versión patria del corralito. Cada 100 wons antiguos pasaban a ser 1 nuevo won, clásico movimiento en los episodios de hiperinflación registrados desde principios del siglo XX. Solo que, en la versión coreana, se limitó el cambio a la cantidad equivalente a 40 dólares.

Más que para combatir la inflación, el movimiento parecía diseñado para combatir la corrupción. A partir de 2002 el régimen (tras una durísima hambruna en los años 90) admitió ciertas formas de economía de mercado en el sector agrícola. A partir de ahí creció el mercado negro que, en un estado totalitario como el coreano, fomentó lógicamente la corrupción al funcionariado como forma de hacer "negocios". Asimismo, supone una pérdida de control de la economía por parte del régimen.

La medida fracasó, como ilustra el fusilamiento del responsable. Pero, desde mi punto de vista, la forma mediante la que el nuevo líder de Corea del Norte maneje su economía -sujeta a las fuerzas contrapuestas del propio régimen, de una China cada día más capitalista y de la necesidad de alimentar a la población- será, seguramente, más importante para el futuro de este extraño país que la partida de póker de las armas nucleares.

Mañana volveremos a los ajustes y el déficit. Pero necesitaba desintoxicarme un poco.

Y, en vez de música contra la crisis, el testimonio de Kim Jong il en Muchachada Nui.

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