La moneda común, billete de ida para los exportadores
El euro dio a las empresas españolas el empujón que necesitaban para salir al mercado exterior
Al volver la vista atrás, la pregunta es casi obligada: ¿quién se llevó la mejor parte con la llegada del euro? La moneda que transformó la vida de todos, acarició a algunos sectores de nuestra economía, reforzando las ansias exportadoras de las empresas y cambiando por completo el panorama. Odiado por algunos y tabla de salvación para la mayoría, hace diez años que se baila al compás de Europa.
Sin la moneda común seguramente hoy no tendríamos una red empresarial española tan extensa fuera de nuestras fronteras. "Fue la llegada del euro lo que permitió crear y consolidar a nuestras multinacionales", destaca José Antonio Herce, socio director del área de economía de AFI (Analistas Financieros Internacionales). Además, repercutió de pleno en las actividades exportadoras, eliminando los -a veces- nada favorables tipos de cambio. Por otro lado, resultó ser el reclamo perfecto para el turismo.
El tejido empresarial español de entonces tenía ganas de salir al exterior, en un mundo que ya hablaba de globalización, y el euro le dio el empuje necesario. Además, los expertos coinciden en señalar que "las compañías se vieron obligadas a mejorar la calidad y productividad ante un aumento de la competencia en Europa".
El colectivo empresarial español de entonces tenía ganas de invertir en el exterior, en un mundo que ya hablaba de globalización, y el euro le dio el impulso necesario
Por otro lado, "más del 70% de nuestra actividad exportadora se hace dentro de la Unión Europea", afirma Manuel Romera, director de sector financiero de IE Business School. "El beneficio para esto, con la moneda común, fue muy positivo", añade. Y como en todo, la peor parte fue a parar a los bancos, que perdieron muchas de las suculentas comisiones por cambio de divisa. Además de la eliminación del riesgo cambiario, también se logró acabar con el coste que suponía asegurar este.
La Comisión Europea ya calculó entonces (hace una década) que los costes de transacción suponían el 25% de la rentabilidad media de las empresas exportadoras. Además, auguraron un cambio, aportando más transparencia e igualdad de oportunidades en la internacionalización de las pymes con la llegada del euro. Y parece que el tiempo dio la razón.
En otra línea, Romera añade que "el euro ha unido a las personas y los pueblos", y precisamente el turismo ha sido el gran ejecutor de ello. En 2001, el sector turístico aportaba ya cerca del 12% del PIB español. La llegada de la moneda única produjo una estabilización de precios y el control de los mismos, propiciando unos años de extraordinaria calma para la industria, llegando a ser España el segundo destino más visitado del mundo en 2006.
El inmobiliario también
Pero el presidente del Consejo General del Colegio de Economistas, Valentí Pich, va más allá: "La mayor parte del pastel se la llevó el sector de la construcción dentro de nuestro país, en concreto, las inversiones inmobiliarias relacionadas con el turismo", explica. Hace diez años, invertir en el ladrillo español, sin el fantasma del tipo de cambio, resultaba un verdadero caramelo. "Una década atrás se empezó a crear el caldo de cultivo de la burbuja inmobiliaria. Luego se le añadieron otras variables", afirma Pich.
José Antonio Herce asegura también que "el inmobiliario ha sido, quizá, la maldición del euro". El crédito barato, unido a la entrada de capital extranjero, ha dado paso al gran drama que para otros no parece serlo tanto. Romera, en cambio, opina que la adhesión al euro no tuvo nada que ver. "El declive de la construcción está únicamente ligado a la hiperfinanciación de los bancos", sostiene.
¿Quién podría imaginarlo? Casi nadie. Pero Pich ejemplifica lo vivido estos diez años: "El euro es un club, con sus ventajas e inconvenientes, pero no podemos negar que la moneda única nos ha dado mucho por la cuota que pagamos".