Piruetas para deshacerse de las subordinadas
Las entidades financieras siguen soltando lastre. Ahora le ha llegado el turno a productos como las obligaciones subordinadas, que se colocaron en su día con profusión entre inversores minoristas, pese a su complejidad y los riesgos que conllevan. Las subordinadas no computan como capital de máxima calidad y bancos y cajas precisan reforzar balance para cumplir con los requisitos de solvencia de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés).
El problema es que son productos sin liquidez, ya ni siquiera entre las propias oficinas de la misma entidad emisora, un subterfugio que hasta ahora empleaban las entidades para devolver el 100% del nominal: se colocaba el producto a un inversor de una oficina y con ese dinero se pagaba a otro que quería deshacerse del mismo título. Ante la creciente exigencia de los clientes se impone, pues la imaginación. Según ha podido saber este diario, hay sucursales que están ofreciendo una solución rocambolesca: conceder un préstamo al cliente por el mismo importe que el 100% del nominal de los títulos de deuda subordinada.
El pago de intereses es equivalente al cupón que el inversor recibe del bono. Es decir, el cliente renuncia a percibir los intereses a cambio de recuperar la inversión realizada en su día. Este extraño juego de suma cero es temporal, obviamente, hasta que la entidad consiga encontrar un comprador o una manera de dar salida a la subordinada. Algunos clientes están aceptando el préstamo, ante el temor de que las subordinadas pierdan valor y en unos meses tengan en sus manos un activo completamente depreciado y sin salida. No es una inquietud sin fundamento, de hecho, en el mercado secundario oficial, que gestiona AIAF, se pueden observar minusvalías latentes de hasta el 50% del nominal y la mayoría de las emisiones cotizan con descuentos del 20% al 40%. Bancos y cajas han emitido unos 40.340 millones de euros en subordinadas.
Ahora, la mayoría de las entidades estudia fórmulas para canjear las subordinadas por acciones y bonos convertibles buscando que el resultado sea lo menos catastrófico posible, pues, a fin de cuentas, se juegan su reputación. Y si en el ínterin se mantiene amarrado al cliente con un pseudo-préstamo, pues mejor que mejor.