Si es con moderación salarial, mejor
El escenario económico en el que España tendrá que desenvolverse en los próximos años es muy complicado: los mercados dudan de la solvencia del Estado y del sistema financiero; la economía está de nuevo en recesión, con un número de desempleados creciente; y tiene que retirar de la circulación unos 20.000 millones de euros de renta e inversión para cuadrar los números que ha comprometido ante los acreedores. Para afrontar las soluciones no hay mejor instrumento que admitirlo primero, tal como ya ha hecho el titular de Economía, Luis de Guindos, e identificar las causas de esta desconfianza y este pobre desempeño de la economía, después.
Seguramente la persistente pérdida de pulso de la actividad económica, con el consiguiente derroche de empleo y deterioro de las cuentas públicas, está en el déficit de competitividad de los bienes y servicios producidos en España, con una pérdida de posiciones crecientes en el mercado interno y en el externo. Eso no quiere decir que algunas empresas españolas no tengan una posición de privilegio en el mercado, solo quiere decir que la mayoría de las empresas, y sobre todo aquellas que concentran su foco en los mercados internos, tienen graves problemas para vender, y la dificultad está en el escaso margen del que disponen para recuperar terreno con una reducción de costes.
Tradicionalmente, España ha resuelto siempre sus deficiencias de competitividad con devaluaciones, que corregían la extraviada por la acumulación constante de inflación de costes. Dado que ahora no es posible tal solución, la economía precisa de una contención o reducción de los costes por otras vías, por las vías no cambiarias. Algunas no están a su alcance, como pueden ser las financieras o las energéticas, cuyos precios se fijan en mercados globales en los que es muy limitada o nula la influencia española. Por tanto, solo los componentes fiscales y salariales podrían aliviar los costes ahora.
Muchas empresas han optado ya por el mecanismo de reducir los salarios, con colaboración sindical en unos casos, y sin ella, en otros. Pero a nivel agregado ahora más que nunca, cuando la economía está en una segunda recesión que puede llevar las pérdidas de empleo a niveles insostenibles, la moderación salarial, la contención salarial, la reducción salarial incluso, es determinante. El acuerdo firmado hace dos años está desbordado por las circunstancias, y con un escenario de inflación otra vez muy cercano a cero, es pertinente que sindicatos y patronal cierren el flanco salarial con su particular contribución a la recuperación de la economía, explicitada en un nuevo acuerdo más exigente en materia de control de costes. Además de ser una inyección de margen para ganar competitividad, puede aliviar la destrucción de empleo y evitar esfuerzos adicionales dolorosos en la normativa laboral.