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El BCE presta medio billón... ¿y?

Unos cuantos lectores me han preguntado en qué nos importa a los ciudadanos de a pie que la banca europea pida medio billón de euros al BCE a un tipo de interés del 1%. ¿Y a mí, qué? O, también, ¿Por qué? Lo explica maravillosamente Luis Garicano en esta entrada.

Paradójicamente, el principal culpable de que sea necesario regar Europa con dinero es el propio BCE, por no haberlo hecho antes. La crisis de deuda soberana ha derivado en una crisis bancaria, fenómeno que empezó en verano con la huida de los fondos monetarios estadounidenses (que provocó una brutal sequía de dólares y obligó a activar la línea de liquidez de la Fed) y ha continuado con el colapso total del mercado interbancario. Y el culpable es el propio BCE (más ese curioso dúo formado por una catedrática de Física de Alemania Oriental y el marido de la ex de Mick Jagger), porque la política de no intervenir en el mercado de deuda ha trasladado las dudas sobre los Estados a la banca.

Normal. Si yo fuese un inversor asiático y creyese que es posible que Grecia salga del euro (como amenazó Merkozy), supondría que, si puede salir uno, pueden salir dos. Y si un país sale del euro y Portugal vuelve al escudo, los euros que presté a los bancos portugueses pueden devenir en escudos. Con lo que hay que sacar el dinero de la banca portuguesa cuando antes, y no arriesgar más. Y si este razonamiento lo hacen más inversores, quizá convenga sacar también el dinero de la banca de otros países. Con lo que la banca de la Europa periférica se ha quedado, literalmente, sin financiación. Por culpa de Merkozy, el BCE y el cuento de la austeridad. Y con la inestimable ayuda de aquellos test de estrés de la EBA que para nada sirvieron más que para estresar al mercado.

El efecto dominó, además, es exponencial. A medida que la presión sobre determinados países y entidades se extrema, se traslada a otras áreas. Lo vimos con las primas de riesgo de Bélgica, Francia e incluso Austria y sucede con la banca. Porque, al fin y al cabo, los bancos europeos están interconectados, y los alemanes o franceses no sobrevivirían a una implosión del sistema monetario europeo. Por eso el BCE ha tenido que actuar (la subasta se anunció, por cierto, dos días después de la cumbre). Como comentamos en este blog en numerosas ocasiones, llegados a un punto de tensión como el de finales de noviembre, la catástrofe se puede desatar en pocos días.

Asimismo, la actuación del BCE permite el llamado carry trade o Sarkozy trade (porque el propio presidente galo lo comentó en público), consistente en que los bancos pueden colocar al BCE deuda pública que ningún otro participante del mercado acepta como garantía (por los motivos arriba mencionados), lo que ha disparado la demanda de deuda en las últimas subastas y alivia la presión sobre la deuda pública. Compran deuda con intereses del 4% al 6% y con eso piden dinero prestado al 1%. Un chollo que, en todo caso, según Barclays Capital (que calcula en 193.000 millones la petición neta, esto es, descontando los préstamos que han cambiado de plazo) no se ha utilizado masivamente.

La otra pregunta. ¿Y a mí, qué? Pues nos importa porque, principalmente, la medida del BCE ayuda a evitar (o retrasar) la catástrofe a la que nos habían abocado los individuos antes citados. El propio BCE lo explica en su boletín de noviembre. En 2012 vencen 350.000 millones de euros de bonos de bancos, más otros 175.000 de cédulas. Los costes de financiación se habían disparado hasta diferenciales de 400 puntos básicos (un 4%) sobre los activos de referencia. Con el mercado desconfiando de los bancos (como comentamos el otro día), y sin la posibilidad para muchas entidades de confiar en las emisiones respaldadas por el Estado (porque el Estado también tiene problemas), el propio BCE reconoce que se ha comprometido el acceso a la financiación de los bancos.

Éstos han funcionado con la respiración asistida del BCE, a través de los programas de préstamo a plazos de tres a 12 meses. Insuficientes para paliar el el deterioro paulatino de la confianza. Por eso la subasta a tres años. Para dar un poco de margen para que la banca ponga en orden sus cuentas sin que cualquier china en el camino provoque un pánico bancario a gran escala. La medida era necesaria y nos aleja de la catástrofe. Es algo que nos importa, y mucho, y es una buena noticia. No nos salvará de la austeridad, pero evita males mayores.

La última cuestión es si ayudará a que fluya el crédito. Una vez más, aconsejo leer a Garicano. La subasta de ayer se parece más a una decisión política que a una actuación técnica. Es una ayuda de Estado, y con toda seguridad España, o Italia, hayan tenido que poner algo de su parte para arrancar este compromiso del BCE (son los países más castigados). La cantinela de nuestros queridos banqueros de que son empresas operando en el mercado y que no han tenido que ser rescatados era falsa anteayer y es aún más falsa hoy. Por eso, y dado que que el BCE ha salvado a la banca a cambio de nada, sean los responsables políticos o monetarios los que pongan los puntos sobre las íes en un sector que sigue repartiendo bonus, dividendos mientras estrangula la economía con el grifo del crédito cerrado y acumula pisos en balance para no estropear la cuenta de resultados. 

Música contra la crisis, la versión de Johnny Cash de Personal Jesus 

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