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Columna
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El mensajero de las emisiones

Los partidarios de un mercado europeo de carbono deberían tener cuidado con lo que desean. El precio de los permisos de emisiones se incrementó un 20% después de que un comité parlamentario de la UE respaldara los llamamientos para apoyar al mercado tras seis meses de caídas. El temor está en que el carbono barato elimine el incentivo a los contaminadores a invertir en tecnologías limpias. Pero la intervención conlleva riesgos. El mercado europeo de carbono es un sistema de derechos de emisión: los Gobiernos establecen un objetivo para el nivel máximo de emisiones de carbonos y luego emiten créditos equivalentes a la cantidad total de emisiones permitidas. Cada participante debe presentar los créditos equivalentes a sus emisiones anuales o pagar penalizaciones.

No es obvio a primera vista que el sistema no funcione. La UE cumplirá con su objetivo de reducción de emisiones de gases invernadero de un 20% a los niveles de 1990 para 2020. Los precios de hoy en día del carbono simplemente reflejan una economía débil. Con otra recesión avecinándose, los mayores contaminadores europeos probablemente lleguen al objetivo sin que haya un gran repunte en la demanda de permisos.

Los que diseñaron este esquema no pretendieron que la recesión fuera el mecanismo para alcanzar los objetivos. Buscaban un precio fuerte del carbono para combatir el cambio climático a partir de 2020. Las intervenciones sugeridas -ajustar el tope de las emisiones más allá de 2013, o retener el valor de hasta 1.400 millones de toneladas de nuevos permisos en el mercado- podría recalibrar el sistema para cumplir con los objetivos originales. Si Bruselas considera que debe inmiscuirse en el precio del carbono, necesita andar con cuidado. La idea sería crear un banco central del carbono, ajustando el nivel de demanda de los créditos, como ocurre con la oferta monetaria. Los inversores podrían prever este tipo de intervenciones, suponiendo que la entidad fuera predecible y transparente como un auténtico banco central. Pero interferencias arbitrarias o caprichosas harían mucho más que socavar los temporalmente precios bajos.

Por kevin Allison

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