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Divertirse en la universidad

¿Puede la universidad ser divertida? La pregunta que se ha planteado el profesor Lluís Pastor provoca. Y lo hace bien, porque parte de la premisa de que la educación superior se ha fosilizado (“nada permanece inalterable durante diez siglos, excepto la docencia en la universidad”) y ha mantenido un statu quo en beneficio propio, sin mirar el cambio tecnológico que se ha producido alrededor. Igualmente, todo lo que suena a "divertirse" se relaciona con lo insustancial o lo poco académico. Umberto Eco nos recordó cómo era vista la risa en aquella institución medieval llamada abadía benedictina (minuto 1:59 en adelante). Algo queda de esta visión del mundo académico ("la risa es un viento diabólico").

En mi opinión, el profesor Pastor vincula dos ideas fundamentales para quienes nos dedicamos a la formación: diversión y pasión. En efecto, solo quien es un apasionado de la educación puede disfrutar en el aula y puede establecer esa relación emocional con los estudiantes. Paulo Freire, pedagogo de referencia, ya nos advirtió que la educación es un acto de amor.

Por eso, la pregunta no está mal formulada. La pasión tiene que conducir a la creación de un entorno más amigable, que favorezca la relación entre el profesor y el alumno de manera más fluida y que sea, entonces, divertida. La hipótesis del autor consiste en que los medios de comunicación pueden apoyar el cambio y emplearse como método docente para la generación de un diálogo inteligente y un debate apasionado.

El autor reconoce que la creciente gamification de los productos y los servicios abre las puertas para el uso de contenidos y formatos periodísticos con fines educativos en la universidad. “El objetivo”, escribe, “es convertir un recurso docente en un producto periodístico” para que el estudiante sienta atracción por la materia cursada y se divierta.

A mi parece un libro oportuno, porque se plantea el reto de aportar soluciones a la actual deriva educativa. Ya sabemos que hay una crisis, que los estudiantes no leen y escriben mal tanto en Colombia como en Reino Unido, que hay multitud de alternativas y un largo etcétera de problemas. Pero hay que hacer algo y esta propuesta abre una vía. El autor lo resume en el siguiente manifiesto:

Yo me sumo. Creo que ya tenemos el diagnóstico y toca empezar a probar soluciones a la crisis de la universidad. Y estoy seguro que el apoyo de los medios con fines docentes puede ayudar a la renovación. O eso espero.

Nos vemos en Twitter @juanmanfredi

PD. En catalán, Lluis Pastor nos explica por qué la universidad puede ser divertida

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