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¿De qué se salva Europa?

Aún no termino de entender muy bien las portadas de los diarios del pasado sábado. Una de ellas es paradigmática, la de La Vanguardia (que conste que soy lector y comprador de La Vanguardia, por obra y gracia de Pámies, Robinson, Manel Pérez, Morán, Golobart y otros). "Europa se salva", titulaba. "A corto plazo, los expertos dudan de que se frene el ataque de los mercados", como uno de los sumarios. Vaya, entonces, ¿de qué se salva Europa? ¿No era el ataque de los mercados el problema?

Se suele decir que los generales de los ejércitos siempre libran batallas pasadas; toman sus decisiones en función de la experiencia de los últimos conflictos. Los políticos europeos han optado por una nueva e inexplorada vía: disparar a enemigos imaginarios cuando los enemigos reales están asaltando el castillo.

Lo más inexplicable de todo es que se ha apelado a la extrema gravedad y urgencia de la crisis financiera, a la necesidad imperiosa de lograr un acuerdo. Pero dicho acuerdo no ataca precisamente las fuentes de dicha urgencia. Antes al contrario, se descartan explícitamente los mecanismos susceptibles de contener la sangría (los eurobonos y la intervención del BCE), y en cambio se articula una incomprensible componenda a varias bandas, con dos fondos de rescate distintos y el FMI como protagonistas. ¿Por qué? No hay argumentos económicos que justifiquen la chapuza, desde luego. Pero la prioridad ha sido no molestar al Gobierno alemán. Dos días ha tardado el Bundesbank en sacar pecho en la prensa conservadora alemana. La prima de riesgo se vuelve a acercar a los 400 puntos. El enemigo sigue golpeando las puertas, y Moody's se ha limitado hoy a decir lo que muchos pensamos: que no hay nada nuevo, por lo que las condiciones de mercado van a seguir igual de mal.

La utilidad del pacto, por otra parte, está por ver. Desde 2000 hasta 2007 España mantuvo su déficit por debajo del 3% todos los años. Alemania lo mantuvo por encima del 3% todos los años excepto dos. La deuda pública alemana estuvo todo este periodo por encima del 60% y la española nunca rebasó este umbral; es más, estaba en el 36% a finales de 2007, con datos de Eurostat. El pacto de estabilidad que con tanta pompa se ha anunciado estaba ya en vigor, solo era de cumplimiento voluntario gracias, ya sabemos, a Alemania y Francia. Y cumplirlo no ha servido de gran cosa a países como España.

Dicho esto, era necesario un compromiso de la zona euro. Pero, como explican en Barclays, es una condición necesaria, no suficiente. Los problemas de la zona euro, más allá de sus fallos de concepción, son hoy por hoy dos: la falta de acceso a la liquidez para el sector bancario y para Estados como España e Italia y las pésimas perspectivas de crecimiento. En tercer lugar de los problemas del euro se podría situar, siendo generosos, la deuda y el déficit. Pero son un problema por el diseño de la zona euro y por la ausencia de mecanismos de respuesta.

Europa ha adoptado por una solución que no ataca el principal de sus problemas, y agrava el segundo de ellos, el crecimiento. Así que, exactamente, ¿de qué se ha salvado Europa? ¿Qué estamos celebrando? Y, como comentábamos por aquí el viernes, ¿que hará Europa si el bono italiano se vuelve a acercar al 8%? ¿O cuando empiecen las bajadas de rating en cadena?

Música contra la crisis. Booker T and de MG. Green Onions, 1962

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