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La subasta de la CAM, el déficit y el carácter de las deudas

Buen negocio el de Oliú. El temor a generar déficit público adicional con emisiones del fondo de rescate de la banca ha supuesto cargar al Fondo de Garantía de Depósitos la capitalización de la CAM para ser absorbida por Sabadell, así como la pérdidas futuras que genere una cartera de activos dañados de más de 20.000 millones de euros. ¿Sabían el resto de pretendientes de CAM, retirados a última hora de la subasta, que estas iban a ser las condicoones de adjudicación y de financiación de la adjudicación?.

Era bastante evidente que una especie de banco malo dentro de la CAM se crearía para apartar, o aislar, los activos dañados se iba a crear antes de adjudiucarla, y que se establecería para estos activos una especie de escudo de protección contra una buena parte de las pérdidas. Pero lo que nadie sabía era que tales pérdidas, además de la capitalización inicial de la CAM (por valor de 5.249 millones de euros), correría a cargo de la banca. A cargo de sus aportaciones al Fondo de Garantía de Depósitos, en concreto.

De haberlo sabido, qué habrían hecho las cuatro entidades que inicialmente tenian apetito por la subasta de la CAM, pero que finalmente se retiraron de ella tras analizar el estado de su cartera. A partir de ahora, toda la banca competirá con Sabadell a sabiendas de que una parte de las pérdidas que genere el negocio en el banco catalán las compartirán entre todas las entidades, y no así los beneficios.

Esta fórmula de última hora ha saltado a la palestra por las dificultades del Gobierno para cuadrar el déficit público de este año, que seguramente no logrará cuadrar en ningún caso. Pero cargar al FROB toda la carga de capitalización de la CAM supondría añadir cinco décimas más de déficit que podrían descuadrar definitivamente las cuentas, con un riesgo evidente de sobrecoste en prima de riesgo en un momento en el que los mercados están muy sensibles con los países periféricos. Por ello se ha decidido cargar el capital al Fondo de Garantía de Depósitos, cuyas aportaciones se incrementaron un 50% en el último Consejo de Ministros, a la vez que se aplazaba, por este y no por ningún otro motivo, la subasta de la entidad levantina.

Tiene lógica que sea el sistema financiero quien pague sus desperfectos; pero carece de toda lógica que quien ha hecho bien las cosas se tenga que hgacer cargo de los costes de los desmanes de quien lo ha hecho mal. En este caso, la banca estará aportando unos cuantos años dinero al Fondo de Garantía para cubrir las pérdidas de los desafueros inmobiliarios de la CAM, y tendrá que cargar a sus depositantes y a sus tomadores de crédito su parte, puesto que no lo pagará con la cuenta de resultados. En definitiva: que serán los clientes bancarios quienes paguen los desmanes de la CAM por decisión del Banco de España.

Siempre se dice que los mercados tienen un miedo cerval a que las deudas privadas terminen siendo públicas y cargando demasiado la cuenta financiera del Estado, y esto es lo que en este caso parece que se ha tratado de evitar. Pero hay que tener en cuenta que todas las deudas terminan siendo privadas, puesto que los déficit de los Estados, y en el caso de España trambién, lo terminan pagando los contribuyentes privados por tres vías distintos: con impuestos, con tipos de interés más altos y con emprobrecimiento del crecimiento económcio.

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