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El fondo de rescate se desmorona

Nada parece resistir la voracidad de esta crisis. Ni siquiera el fondo de rescate de la zona euro, que se estrenó hace apenas un año y tras emitir solo 16.000 millones de euros para los rescates de Irlanda y Portugal parece haber entrado en una irremisible decadencia.

Klaus Regling, máximo responsable del fondo (FEEF o Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, según el nombre oficial), reconoció ayer en Bruselas que la próxima emisión tendrá que ser a corto plazo, frente a los plazos de madurez de 3, 5 o 10 años utilizados hasta ahora.

Fuentes del fondo aseguraron que esa posibilidad siempre se había contemplado y que tarde o temprano tendría que utilizarse. También atribuyeron la decisión al hecho de que en enero se espera un aluvión de emisiones de deuda y es mejor garantizarse el capital cuanto antes para no dejar sin financiación a Irlanda.

Pero parece evidente que los inversores han perdido el apetito por los títulos de la FEEF a pesar de su calificación triple A. La última emisión tuvo que retrasarse por las turbulencias del mercado. La demanda ha caído en picado en relación con las primeras emisiones. La prima de riesgo en el mercado secundario se ha ido ampliando. Es decir, los mismos problemas que aquejan a la deuda pública de la zona euro, desde Alemania a Grecia, pasando por España o Italia.

Las dificultades de la FEEF convierten casi en papel mojado las nuevas directrices del fondo, aprobadas ayer por el Eurogrupo para flexibilizar su uso y permitirle garantizar (hasta el 30%) las nuevas emisiones nacionales o captar recursos a través de vehículos de inversión ad-hoc. La viabilidad de esas opciones está tan en entredicho que el Eurogrupo reconoció ayer que está negociando con el FMI para aumentar su participación en los rescates de la zona euro.

El desmoronamiento de la FEEF anticipa también otro fracaso, en este caso, no-nato: el de los eurobonos propuestos la semana pasada por la Comisión Europea en su versión más básica. Esos títulos, avalados de manera individual por cada socio del euro, provocarían con toda probabilidad la misma desconfianza que los títulos de Regling.

La única ventaja en este caso es que casi con toda seguridad no se llegarán a emitir. Lo cual deja de nuevo solo dos salidas. La intervención del BCE a corto plazo y la emisión de eurobonos auténticos (con garantía mancomunada) a largo plazo. Es lo que hay. Como decía el presidente de la CE, José Manuel Barroso, la semana pasada "la realidad es una gran maestra".

Foto: edificio apuntalado en Logroño (B. dM., diciembre 2010).

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