La banca desaconseja a sus clientes comprar deuda pública
La competencia surgida a los productos financieros ante el incremento de la rentabilidad de las letras del Tesoro lleva a muchas entidades a desarrollar estrategias para disuadir al pequeño inversor de la compra de deuda a corto y convencerle para que se decante por los depósitos y pagarés propios.
La crisis de deuda que vive Europa se ha convertido en un quebradero de cabeza para los dirigentes de la eurozona, que se esfuerzan día a día por frenar la escalada de sus diferenciales. Sin embargo, frente a ellos, algunos inversores han encontrado, en medio de esta agitación, una nueva oportunidad de inversión.
La volatilidad que vive la Bolsa ha provocado que sean muchos los pequeños inversores los que decidan apartarse de la renta variable. Descartada esta primera opción, empiezan a ganar fuerzas los partidarios de la renta fija, que en los últimos tiempos han sido testigos de los elevados rendimientos. La prueba más inmediata la encuentran en los intereses ofrecidos en las últimas subastas de letras a tres y seis meses, superiores al 5%.
Ante este escenario muchos se replantean la siguiente pregunta: ¿invertir en deuda soberana o decantarse por los productos financieros? Al incremento de la rentabilidad de la deuda a corto hay que sumar las limitaciones puestas en marcha por el Ejecutivo que, en un intento de acabar con la guerra del pasivo, aprobó el pasado julio una nueva ley que penalizaba a las entidades que ofrecieran altas remuneraciones.
Con este nuevo frente abierto, los bancos se esfuerzan por convencer a los clientes de que la mejor opción es decantarse por depósitos, pagarés y otras emisiones de deuda y dejar de lado la renta fija pública. Aducen que, tras el devenir de los últimos acontecimientos, se ha convertido en un nuevo foco de incertidumbre, especialmente para países como España e Italia.
Desde las propias entidades, los empleados desaconsejan al inversor confiar sus ahorros a la deuda del Estado. Para ello utilizan numerosos razonamientos que sirven de base a su tesis. Lo que para muchos puede verse como un intento más de proteger al pequeño inversor, para otros es una estratagema encaminada a captar liquidez en unos momentos de sequía total en el mercado mayorista.
Uno de los argumentos que más repiten los comerciales de varias entidades tras las conversaciones informales con un potencial cliente es que el Fondo de Garantía de Depósitos no cubre la inversión realizada en letras en caso de quiebra. Esta afirmación no tiene mucho sentido porque en caso de impago la capacidad de respuesta del fondo quedaría seriamente dañada. Pero si el cliente se sigue mostrando a favor de comprar deuda del Estado, la persona encargada de aconsejarle le advierte de la difícil situación que atraviesa el riesgo-país, síntoma de la falta de estabilidad que ofrece España.
En una de las entidades consultadas, la directora se encargó de dejar bien claro que si las rentabilidades ofrecidas eran tan altas se debía fundamentalmente a los obstáculo con los que se encuentra el país para colocar su deuda. La inseguridad generada y la desconfianza están obligando al Estado a aumentar sus intereses parar enmascarar los problemas y presentarse ante el inversor como una oferta atractiva, señala la directora. De hecho, durante la consulta llegó a afirmar que si en los últimos días la gente ha acudido a comprar letras es consecuencia de la falta de cultura financiera. A su juicio, la personas se quedan con la rentabilidad y olvidan por completo los riesgos que acarrea la deuda de soberana en momentos como el actual.
Aunque la mayoría de las entidades consultadas afirman que en los últimos días se ha visto un aumento del número de clientes que acuden a preguntar por la compra de letras, otras apenas han registrado movimientos en esta dirección. Sin embargo, lo cierto es que la competencia abierta por el Tesoro ha llevado a la mayoría de bancos a incrementar su oferta de productos, concentrando parte de sus fuerzas en los pagarés con los mismos vencimientos que las letras; es decir, a tres, seis, 12 y 18 meses.
En todo caso, las rentabilidades que ofrece la banca en sus productos quedan lejos de las ofrecidas por el organismo que dirige Soledad Núñez. Mientras que las entidades disponen de pagarés que rondan el 3%, el Tesoro ha llegado a vender letras con un tipo superior al 5%.
Además de una mayor rentabilidad, otra de las ventajas de la deuda a corto frente a los productos es la cantidad mínima que debe aportar el inversor. Según el Tesoro español, la cuantía más baja son 1.000 euros mientras que en el caso de los pagarés las más pequeñas rondan los 5.000 euros como en el caso de Santander o los 6.000, de Bankia. A cambio de una inversión más elevada y una menor rentabilidad los bancos se apoyan en su solvencia como base de sus afirmaciones y recurren a la nota crediticia. Señalan que a España las agencias le otorgan una calificación de AA-, menor que otras como la de Banesto, entidad en la que se muestran orgullosos de anunciar un rating superior, AA+.
Junto a los pagarés, las entidades no dudan ni un instante en hacer gala de sus depósitos. No obstante, según señala el portal de finanzas HelpMyCash, los mejores depósitos se encuentran ya por debajo del 4%.