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Guerra por el dinero del pequeño ahorrador

El Estado se impone a la banca en la guerra por el pasivo

Las entidades contraatacan con depósitos, pagarés y bonos ante la extraordinaria rentabilidad de las letras del Tesoro.

Depósitos
Depósitos

La guerra por el dinero del pequeño ahorrador tiene un nuevo protagonista: España. Pese a que bancos y cajas llevan meses enzarzados en una batalla de ofertas, en la que cada uno daba un interés mayor que el anterior, la rentabilidad de los depósitos ha quedado pulverizada por la que se ve obligada a ofrecer el Tesoro público ante el acoso de los mercados. La subasta de bonos a 10 años de la semana anterior se saldó ofreciendo un 6,98%, por primera vez desde 1997, en una clara señal de la demencia que ha despertado entre los inversores la crisis soberana. Esta semana, el Estado ha tenido que pagar un 5,11% y un 5,23% por colocar letras a tres y seis meses. Una competencia de pesadilla para las entidades que, tras sufrir el cerrojazo de la financiación mayorista, ven ahora peligrar la minorista. Pero no se rendirán sin dar batalla.

Bancos y cajas tienen dos frentes en los que luchar: rentabilidad y plazos. Ninguno es fácil. Las letras ofrecen modalidades de 3, 6, 12 y 18 meses y en las últimas subastas celebradas todos los tramos se colocaron por encima del 5% de interés. En los escaparates de la banca estos días solo hay un depósito no estructurado que supere con creces dicha cifra, el Fidelidad de Banco Finantia Sofinloc, que renta un 5,50% TAE a 12 meses, aunque requiere una inversión de 50.000 euros. Al leer la letra pequeña del producto, sin embargo, lo que tiene de extraordinario desaparece: el banco obliga a dedicar otros 50.000 euros a un depósito al 3,10%, con lo que la inversión asciende a 100.000 euros con una rentabilidad global del 4,05%. Merece más la pena, por tanto, el depósito a plazo de la misma entidad que da un 4,85% a 18 meses, con la posibilidad de liquidarlo a los 12 meses sin penalización. Con todo, este producto también exige depositar un mínimo de 50.000 euros, un montante prohibitivo para muchos bolsillos que encontrarán menos barreras para adquirir letras, donde la inversión de salida es de 1.000 euros.

"Es muy difícil encontrar un producto bancario que pueda competir hoy por hoy con las emisiones de letras a tres o seis meses, que están por encima del 5%. No hay depósitos que paguen este tipo y es difícil prever si los vamos a ver", señalan desde un banco español, donde apuntan, además, a otro duro competidor. "Las diferentes emisiones de deuda de las comunidades autónomas están captando saldos que, en caso contrario, estarían normalmente en depósitos", desarrollan desde el banco. Los famosos bonos catalanes, que van por tres ediciones y ofrecieron un 5,25% a 24 meses en la última, o ahora los valencianos y murcianos, al 5,5% a dos años, entre otros, suponen una competencia adicional para las entidades. Las que los comercializan, eso sí, reciben una comisión por hacerlo (entre el 2% y el 2,20% les ha pagado Cataluña), con lo que la operación no les resulta tan hostil.

Por otra parte, la batalla de rentabilidades en la que se había sumido el sector llevó al Banco de España y al Ministerio de Economía a intervenir. El pasado verano se instauró un sistema de sanciones sobre los denominados superdepósitos, con el objetivo de que las entidades que hayan recibido ayudas públicas no utilicen dichos fondos para hacer competencia desleal, y para evitar que el resto de firmas se debiliten manteniendo ofertas de riesgo. Como la limitación solo afecta a la banca española, es habitual encontrar los depósitos más rentables en las sucursales de oficinas extranjeras, como las del portugués Banco Espírito Santo, que suele dar un interés por encima del 4%. Algunas entidades españolas también siguen moviéndose por encima de esa franja. "Los bancos españoles se financian en el mercado internacional al 5,5%, lo que es carísimo. Les sale mejor ofrecer depósitos al 4% a pesar de tener que hacer una aportación extra al Fondo de Garantía de Depósitos", exponen desde la página www.HelpMyCash.com, especializada en productos de ahorro.

La cuestión de los plazos se ha convertido en otra de las estrategias clave de las entidades a la hora de captar clientes indecisos, que no saben a ciencia cierta cuándo tendrán que disponer de su dinero, o que prefieren cierta flexibilidad para actuar ante imprevistos. Es el caso de Oficina Directa, el portal web de Banco Pastor, que a los nuevos clientes. Les ofrece un depósito al 4,25% a 24 meses desde 5.000 euros que pueden retirar antes de que concluya el periodo manteniendo un importante interés. Así, si rescatan su dinero a los seis meses reciben un 3,60%, si lo recuperan a los 12 meses, un 4%, y si esperan 18 meses, un 4,15%. ING, por su parte, apuesta directamente por el corto plazo y la alta rentabilidad, con un depósito a cuatro meses que renta un 4 desde 1.000 euros.

Aun así, estas ofertas difícilmente pueden competir con las que da el Tesoro que, además, suma seguridad a la ecuación, pues, a priori, es más improbable ver quebrar un país que un banco.

"Nos encontramos ante una situación anómala, los bonos del Tesoro están dando más rentabilidad que los depósitos que comercializamos en las entidades financieras", afirma el portavoz de una caja, quien explica que "lo que se está haciendo es trabajar en productos alternativos al depósito a plazo fijo, entiéndase pagarés, bonos o seguros de ahorro".

Los pagarés se han convertido en la fórmula mágica de las entidades financieras para captar liquidez sin tener que pagar la penalización que el Gobierno impuso a los superdepósitos. Tradicionalmente reservados a inversores mayoristas, los pagarés han pasado a venderse en las oficinas de las entidades. Santander abrió la veda con una emisión de pagarés que ofrecía hasta el 3,75% a 18 meses y después le siguieron BBVA, Popular, Bankia, CaixaBank, La Caixa, Liberbank... Banco Popular comercializa en estos momentos unos a 12 meses a una rentabilidad del 4,50%. Sabadell lo hace al 4% a un año. Hay que tener en cuenta, no obstante, que los pagarés no están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos, que cubre a cada cliente hasta con 100.000 euros, por lo que la salud financiera de la entidad emisora será la única garantía. El plazo de vencimiento es otra diferencia con los depósitos, donde hay que medir las ventanas de liquidez y las penalizaciones por cancelación antes de decidir si se retiran los fondos antes de tiempo. Los pagarés, por su parte, cotizan en el mercado secundario, donde pueden venderse (o comprarse) al precio al que se estén negociando, lo cual puede resultar beneficioso o terminar ocasionando importantes pérdidas.

Otra vía alternativa que han adoptado bancos y cajas es la emisión de bonos. La entidad más proactiva estos días en este tipo de productos es La Caixa, que colocó en una semana 1.500 millones de euros en bonos subordinados al 7,5% y prepara ahora una nueva campaña. Se trata de 1.500 millones en bonos sénior a tres años con una rentabilidad del 5%. Los títulos pueden adquirirse desde 6.000 euros, y su ventaja sobre los subordinados, que además eran a cinco años, es que en caso de liquidación del emisor, el poseedor de bonos sénior tendrá preferencia al de subordinadas y participaciones preferentes.

Este tipo de fórmulas permite a las entidades hacer propuestas más atractivas, aunque caras, sin sufrir penalizaciones. Sin embargo, mientras la prima de riesgo no baje será difícil apartar los ojos de los clientes de las subastas del Tesoro público.

¿En qué fijarse?

Al contratar un producto de ahorro o inversión, el cliente debe revisar la letra pequeña, comparar la rentabilidad, comprobar el montante garantizado y controlar el plazo en el que vence, sabiendo si se penaliza su rescate, si hay ventanas de liquidez y si cotiza en el mercado secundario.

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