Hablar de una revolución
Una de las más desconcertantes tendencias británicas y americanas de las últimas tres décadas es el enorme aumento en la proporción del ingreso nacional destinado a los más ricos. La High Pay Commission, un organismo no gubernamental británico que publicó un informe el pasado martes, señala que la proporción del ingreso nacional del 0,1% más rico en Reino Unido se ha incrementado desde el 1,3% hasta el 6,5% desde 1979. La Comisión tiene un plan de 12 puntos para cambiar las cosas. El misterio es doble. En primer lugar, ¿qué ha causado el cambio? Las empresas pueden ser mayores. Pero los directivos de las compañías hacen mucho más de lo que antes y se les paga por ello. En BP, una de las mayores empresas británicas con claros récords en relación a 1979, el puesto más importante recibe 16 veces la media de un trabajador de 1979. El año pasado, el múltiplo del "jefe de peones" fue 63.
En segundo lugar, ¿por qué ha habido tan poca indignación pública? El informe dice que "el público está perdiendo rápidamente la paciencia", pero el hecho es que esta tendencia ha estado en vigor durante décadas, no se ha detenido con la recesión y no ha provocado una protesta de masas. Hay expresiones retóricas de indignación de políticos, aunque británicos y americanos parecen muy complacientes con el triunfo de la élite.
Mientras que la razón de la remuneración de los ejecutivos es un misterio, no hay un auténtico enigma en el cómo. Año tras año, los consejos de administración aprobaron aumentos salariales por encima de la inflación. Las propuestas de la High Pay Commission están dirigidas a tirar arena sobre las ruedas de esta tendencia. En su mayoría son razonables -más información, menos conflictos de intereses-. Pero los ricos, un grupo que agrupa a la mayor parte de los miembros de la junta directiva y representantes de accionistas, saben como cuidar de sí mismos. Las nuevas reglas pueden ser retocadas o neutralizadas. Mas una tendencia tan bien establecida como esta solo puede detenerse con una nueva actitud de la sociedad. Cuando la indignación se convierta en algo que afecte a los votos, las cosas cambiarán.
Por Edward Hadas