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España es así: muy diversa, muy poliédrica

Los resultados de las Elecciones Generales de 2011 revelan que la sensibilidad política de la ciudadanía es muy diversa. El hundimiento del PSOE no provoca precisamente el avance vertiginoso del PP (sólo ha incrementado su respaldo en 542.000 votos), sino la aparición de una pléyade de grupúsculos políticos para encajar la particular sensibilidad de los votantes. Pero eso suponen un reforzaamiento de los grupos nacionalistas, que toman fuerza cuando más intenración europea se precisa.

En cualquier país normal, me parece a mí, la pérdida abultadísima de votos del Partido Socialista, nada menos que 4,32 millones, habría recalado de forma abultada en el otro gran partido con el que intercambia turno de poder: de partido de centro izquierda, a partido de centro derecha, y viceversa cuando la torna cambie. Pero no ha sido así. El Partido Popular ha recogido escasamente el 10% de los votos que ha perdido el PSOE, a juzgar por su avance y dando por buena la tradicional fidelidad del votante del Partido Popular. Algo que el PP debe hacerse mirar otra vez: por qué recelan tanto de mí.

Sin embargo, el sufragio socialista se ha dispersado por su izquierda hacia Izquierda Unida, por su derecha hacia Unión Progreso y Democracia, por los coqueteos con el nacionalista hacia listas regionalistas de todo pelaje, y hacia la nada por la abultada abstención. El paisaje parlamentario tras la batalla comienza a parecerse al de los inicios del periodo democrático, con alternativas minúsculas que reclamaban su espacio por todo el terriroio, pero ahora es más preocupante, porque refleja un auge del nacionalismo y el localismo (Asturias, Canarias, Comunidad Valenciana ...) cuando los tiempos nos empujan hacia la plena integración europea, desde la unidad política y financiera, hasta una cesión de soberanía muy avanzada y consagrada en los Tratados.

Independientemente de cómo se desarrollen los acontecimientos en el País Vasco, donde los independentistas de Amaiur son la primera fuerza y pueden llegar a controlar el Gobierno vasco tras las autonómicas, los nacionalistas moderados catalanes han obtenido un resultados electoral espectacularmente bueno, desplazando al PSC, mitad socialista y mitad nacionalista, y querrán rentabilizarlo con su demanda del Pacto Fiscal. Su oferta electoral era una combinación de recortes de gasto, como ninguna otra administración ha hecho hasta ahora, pero para justificar la demanda de un pacto fiscal que lo financie: sin pacto fiscal, ya ven ustedes, son necesarios estos recortes en Cataluña, es el mensaje de Artur Mas.

Y por ahí irán los tiros de la relación política de España y Cataluña, Gobierno de Rajoy y Gobierno de Mas, en los próximos meses. Lealtad con la política de recortes y austeridad que propondrá el PP, si hay pasos hacia el pacto fiscal que, no lo olvidemos, estará más cerca del modelo de concierto económico como el del País Vasco, que del modelo tradicional de financiación.

Insisto, caminaremos en sentido contrario al que Europa nos lleva. Alemania quiere un euro a dos velocidades, y España no puede quedarse atrás, debe entrar en el euro fuerte; pero para ello, además de cumplir con los requisitos fiscales esrtictos, debe someterse a la uniformidad fiscal con Alemania y Francia, con un Impuesto de Sociedades igual, un IVA igual y un sistema de cumplimiento de compromisos tributarios igual. Y mientras tanto, oye tu, pacto fiscal en Cataluña. Unidad en Europa, modelo poliédrico en España. No podrá ser.

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