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Apocalypse, but not now

Si se fuese a romper el euro, la Bolsa no habría caído ayer un 1,6%. Si se fuese a romper el euro, Wall Street no acumularía subidas en el año y en el mes. No quiere decir esto que no se vaya a romper el euro, pues la estupidez acumulada en la elite política europea puede alcanzar la masa crítica que desate la detonación en cualquier momento. Pero el mercado no está cotizando eso.

El excelente artículo publicado ayer por mis compañeros (y amigos desde hace años) Inés Abril y Pablo Martín Simón daba en el clavo. El mercado no está descontando la implosión de la eurozona, sino que está jugando a un juego muy rentable con el beneplácito de las autoridades europeas. Se pone alguien corto de deuda española o italiana y largo de deuda alemana. O vende CDS de deuda de bancos franceses y españoles y se pone largo de oro. Y, de vez en cuando, toca cerrar las posiciones para evitar quedarse atrapado. Es cuando toca cumbre europea o compra de bonos del BCE. Los mercados se disparan, las primas de riesgo se hunden y vuelta a empezar. Y así van cayendo países.

La crisis de la deuda tiene características ideales para un operador: es razonablemente predecible, genera una volatildad muy elevada porque es una crisis de gran calado y hay un árbitro (el BCE) que por lo general deja jugar, pero que de vez en cuando pita alguna falta para que la partida pueda continuar. Y en este contexto no solo juegan los mercados, también la diplomacia. Simon Johnson, ex economista jefe del FMI y firma imprescindible, describió ya en marzo de 2010 las negociaciones para el rescate de Europa: Metternich con Blackberry. Hoy sería más exacto Metternich con pantalla de Bloomberg. El doble lenguaje de Angela Merkel, cómo Alemania reventó el mes pasado la posibilidad de que el EFSF fuera banco, la oposición de Sarkozy a que el FMI entrase en el juego (por miedo a Strauss Kahn, antes del episodio con la limpiadora del hotel)...

Alemania y el BCE juegan dejando que los mercados juguen. Permiten los ataques al Sur de Europa porque consideran que es la mejor manera de imponer su agenda, y porque temen que si se les deja respirar, no corrijan los desequilibrios. Pero son los menos interesados en que se rompa la baraja. Desde que se creó el euro, Alemania y el Sur de Europa han protagonizado una clásica operación de venta con financiación: Alemania exportaba al Sur y prestaba el dinero necesario para que el Sur pudiese comprar (la balanza comercial de la zona euro es nula; el superávit germano es intra europeo), como explican en esta entrada. Si el euro se rompe, no se cobra.

Estados Unidos, por su parte, tampoco tiene mucho que ganar en una ruptura del euro. Además de la exposición directa, los bancos estadounidenses son los mayores vendedores de seguros de CDS a nivel mundial. Algunas informaciones han calculado que el riesgo total de los grandes bancos de Wall Street en Europa es de cuatro billones de dólares. Más de tres veces el PIB de España. Y pretender que la zona euro se rompa ordenadamente y que los contratos de CDS no desaten un Lehman multiplicado por 10 son, seguramente, inútiles.

Por eso, si Europa se fuese a romper, el S&P no habría jugado con las subidas en la sesión de ayer. Los traders están haciendo su juego, Alemania el suyo y el BCE es el árbitro. ¿Acaso hay alguna noticia que explique la renovada presión sobre España? NInguna. Las patadas nos las llevamos nosotros en forma de paro, sequía de crédito y falta de perspectivas. Pero es así. The game is the game. Y a Merkel le gusta el olor del napalm cuando abren los mercados.

El euro se puede romper, pero el mercado no descuenta eso hoy.

La música contra la crisis es bastante obvia hoy. Cabalgata de las Walkirias, Richard Wagner, 1860, versionada por Coppola.

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