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Columna
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'The full Monti'

Un giro efectuado por Silvio Berlusconi significa una posibilidad razonable para un Gobierno de unidad nacional encabezado por Mario Monti. Pero se necesitan tres pasos más para estabilizar el país: una ofensiva contra las pensiones bebé, un impuesto sobre el patrimonio y privatizaciones. La perspectiva de un Gobierno de unidad ha ayudado a Italia a alejarse del precipicio. Aun así, Roma está cerca de una espiral de deuda. Para alejarse aún más del peligro, sus costes de endeudamiento deben bajar del actual 7% hasta alrededor del 5%.

Las reformas presentadas por Berlusconi el mes pasado tenían pocos buenos elementos, la mayor parte centrados en el sistema virtual de trabajo para toda la vida. Pero el primer ministro saliente no hizo nada para reformar las pensiones o reducir la deuda pública, cercana al 120%. Las llamadas pensiones bebé han permitido a los italianos recibir generosas pensiones del Estado durante al menos 40 años, lo que significa que algunas personas pueden jubilarse a los 58. Lo que no es compatible con una longevidad cada vez mayor. Sería mejor decir que nadie puede obtener una pensión completa hasta los 67.

Berlusconi jugó con la abolición de las pensiones y la Liga Norte, su socio de coalición, se negó. Pero aunque la deuda de Roma es alta, sus habitantes son ricos. Los últimos datos del Banco de Italia muestran que la riqueza neta de los hogares fue de 8,6 billones de euros, o del 566% del PIB, en 2009. Parte de la solución a los problemas del país debería ser, por tanto, transferir parte de esta riqueza al Estado.

El Estado italiano es bastante rico, siendo propietario de tierras y edificios, así como de empresas. Llevará tiempo vender algunos de estos activos controlados por Gobiernos locales que no quieren desprenderse de ellos. Pero el Gobierno central tiene acciones en la petrolera Eni y la eléctrica Enel, que suponen unos 30.000 millones. Un impulso a la privatización y un impuesto sobre el patrimonio podrían reducir el nivel de deuda a menos del 100% del PIB. Antes de que Monti acepte el puesto, debería insistir en un apoyo político más amplio para hacer todas estas cosas. De lo contrario, debería rechazar el cargo.

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