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Esta vez sí: es la economía, es el empleo, estúpidos

Esta campaña electoral será aquella en la que definitivamente se hable de la economía, porque nadie puede negar que es lo que más le preocupa a los españoles. Por eso mismo el PSOE tiene pocas posibilidades de ganar y el Partido Popular muchas. Falta por ver si se hablará de economía superficialmente o de verdad. Cinco millones de parados son palabras mayores como para pasarse las dos semanas de campaña sin entrar en la cuestión.

Ni Mariano Rajoy ni Alfredo Pérez Rubalcaba son la alegría de la huerta como para esperar un carnaval de ilusión y propuestas imaginativas. Seguramente lo que tenían que decir lo han puesto ya en sus ambigüos programas, aunque siempre dejan cuestiones de detalle, pero solo de detalle, para sus comparecencias públicas, quizás para el cara a cara del lunes. Mientras no expliciten más sus soluciones, tendremos que atenernos a sus currículos como gestores de la economía en el pasado. Y ahí, el PSOE sale francamente mal parado, tal como los electores en las encuestas le van recordando cada día.

Hay que tener franca mala suerte como para que el máximo de desempleo de la historia, tanto medido en registro de paro como en el Encuesta de Población Activa, se produzca justo en día que empieza la campaña electoral. Pero quien convocó las elecciones lo ha querido así. Seguramente haber agotado la legislatura hubiese sido peor. En todo caso, no es una simple casualidad: el PSOE ha gestionado muy mal la economía.

Ocultó la realidad primero, diciendo que no había crisis por ningún lado, pese a que incluso cuando se celebraron las elecciones en marzo de 2008 la economía ya estaba en recesión, aunque aún no lo sabíamos. A continuación el presidente, que de esto sabe menos que yo, se dedicó a ser más keynesiano que nadie y destrozó las finanzas públicas en un santiamén. Comenzaron a ver brotes verdes donde todo el mundo veía la actividad agostada y parados y más parados, y aterrizaron en la realidad cuando fueron puestos bajo vigilancia por la Unión Europea.

Los socialistas de la generación de Zapatero nunca han entendido cómo funciona la economía; no saben porqué un gasto público excesivo es pernicioso para la economía a la larga, porqué ciega la inversión: eleva los tipos, absorbe el ahorro y paraliza la actividad productiva. Es el abecé de esta disciplina, pero a quien le cuesta le cuesta. Por eso mismo, y aunque la generación de González era manifiestamente mejor dotada que la actual, el PSOE tiene en su haber dejar cerca de la quiebra al Estado ya dos veces, y no es precisamente la mejor muestra para ofrecer soluciones y la mejor carta de presentación al electorado.

En los últimos meses la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda se ha aplicado en los recortes de gasto como una posesa, y ha logrado su parte, pero la marcha de la actividad muy por debajo de sus cálculos, ha dinamitado sus previsiones de ingresos, y nadie, ni ella, se cree ahora que pueda cuadrarse el déficit público de este año en 6%. Pero no lo dice, porque en campaña electoral estas cosas no se dicen, y es malísimo para sus esperanzas electorales. Sabe que es de rigor hacer un nuevo recorte de gasto, pero no lo hace, y condena a quien llegue a aflorar y reconocer en una semana un extra-déficit, o a hacer un decreto de no disponoibilidad de crédito por unos cuantos miles de millones de euros.

¿No habría sido más fácil prorrogar el presupuesto, dar las previsiones de liquidación de ingresos y pagos, y ajustar los númertos, que es la obligación de todo Gobierno?. Zapatero no quiso hacerlo para evitar pronunciarse una vez más sobre el futuro de los sueldos de los funcionarios y la cuantía de las pensiones de los jubilados, nada menos que diez millones de votos en juego.

El Partido Popular también tiene lo suyo, aunque acredita mejor balance en la gestión de la economía. Encontró en los noventa una alternativa creible y cierta para la ciudadanía, y tuvo éxito, aunque hoy le acusen, en parte con razón, de haber cebado una burbuja financiera e inmobiliaria que nos está costando muy caro recomponer. Las medidas que ahora ofrece van por el mismo camino, aunque ya le hemos advertido que esta vez no será tan fácil como aquella.

Pero el PP tiene que desvelar lo que hará si gana, porque de su actiuación hay más parte sumergida que emergida. Nadie se cree que no vaya a subir los impuestos, puesto que si no lo hace es imposible recomponer las cuentas públicas, que es, además de un imperativo comunitario, la receta fundamental para devolver la confianza en los financiadores y los inversores, sin los cuales el colectivo de parados estaría siempre atenazado.

Rajoy dice que las cosas serán duras, pero no dice cuánto, y sospechamos que bastante más duro, y más prolongado, de lo que se dice. En seis mese habrá 5,5 millones de parados, y las medidas del nuevo Gobierno deben ser inmediatas, y no puede haber medias tintas. Pero hay que explicar qué se hará, en cuánto tiempo, con qué personas y para lograr qué objetivos.

Ahora sí que sí. Es la economía, es el empleo, estúpidos, como dijo Clinton en su campaña frente a Bush padre, frente a Busch listo. Ahora sí que sí, es en España.

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