De chantaje en chantaje hasta la hecatombe final
Con la amenaza de expulsión contra Grecia, Merkel y Sarkozy han degradado la moneda única hasta convertirla en una mera unidad contable que los inversores traducirán a hipotéticos dracmas griegos, liras italianas o pesetas españolas. Las dificultades de financiación que acarreará ese mensaje para el sector público y privado de los países perjudicados es cuestión de tiempo.
Sin duda, la enésima torpeza de Papandreu al anunciar la convocatoria de un referéndum ha contribuido al fatal desenlace. Primero anunció al mundo un agujero fiscal enorme sin tomar la precaución de prepararse para taparlo. Después amagó con pedir ayuda al FMI y Merkel le tomó la palabra y lo llevó de la mano para que le administrasen uno de los brebajes fiscales que han hecho famoso al organismo de Washington. Y finalmente, se declara convencido de que su pueblo votará a favor de una receta que le condena a una brutal recesión.
Pero los animales heridos y acorralados como Papandreu son así de peligrosos y Berlín debería haberlo calculado.
Merkel y Sarkozy tenían muchas otras opciones, empezando por llamar a capítulo al líder de la oposición conservadora en Grecia y amenazarle con la expulsión del Partido Popular Europeo si no apoyaba el plan de ajuste pactado en Bruselas. Y continuando por aliviar las condiciones que soportará el pueblo griego para devolver los préstamos a los bancos franceses que irresponsablemente inundaron de crédito el país.
Pero han preferido tirar por la calle de en medio sin percatarse de la señal que han enviado a los mercados sobre una moneda en la que se puede entrar y salir en función de avatares políticos pone en peligro de muerte todo el proyecto monetario de la
UE. El eje germano-francés parece convencido, además, de que la democracia en los países del sur pasa "porque el gobierno y la oposición se pongan de acuerdo", como señaló anoche Sarkozy sin un ápice de ironía.
Los países del norte en cambio se pueden permitir una democracia de más calidad. Como en Alemania, donde una votación en un oscuro comité del Bundestag o un tribunal constitucional mantienen en vilo a toda la zona euro cada tres meses. O en Francia, donde Sarkozy ni siquiera ha sido capaz de convencer a su propio partido, no digamos a la oposicion socialista, de la necesidad de insertar en la Constitución la regla de oro sobre el déficit público que tantas pasiones despierta en Berlín.
En fin, que solo es cuestión de tiempo que Merkel y Sarkozy (monta mucho más ella que él) invoquen de nuevo a Notre Dame de Bon Voyage para señalarle la puerta a los países que no acaten su plan.
Foto: Iglesia en Cannes, a unos metros del Palacio del Festival de cine donde se celebra hoy y mañana la cumbre del G-20 (B. dM. 3-11-11).
(Algunas perlas de la histórica intervención del dúo, anoche, en la misma sala donde se entregan los premios del Festival de Cannes, según la traducción del Elíseo en el caso de Merkel:
Sarkozy: Enfin, quant au fond, il est clair que la question qui se trouve posée, c'est celle de l'avenir européen de la Grèce. La Grèce veut-elle ou non rester dans la zone euro ? (...) C'est au Grecs et à eux seuls maintenant qu'il appartiendra de décider s'ils souhaitent continuer l'aventure avec nous ou pas.
L'Europe ne peut être efficace que si la classe politique, opposition comme majorité, des pays européens est d'accord pour jouer le jeu des règles européennes. C'est cela, la démocratie.
Merkel: le référendum, au fond, c'est la question de savoir si la Grèce souhaite oui ou non rester membre de la zone euro (...) si le peuple grec dit que les difficultés que cela implique, les contraintes, les exigences que cela représente face à la solidarité des membres de l'Eurogroupe, se sont les deux faces d'une médaille, nous ne voulons plus de cela).