El BCE desperdicia una buena crisis
Si esto hubiera sido solo otra semana más en la crisis del euro, el Banco Central Europeo (BCE) podría haber tenido razones para preferir la continuidad al cambio en su primera reunión presidida por Mario Draghi. Pero Grecia ha puesto el futuro de la eurozona en tela de juicio, y una serie de inquietantes cifras señalan una recesión de la que incluso Alemania podría no zafarse. El BCE debería bajar los tipos de interés y señalar que continuará comprando bonos soberanos durante el tiempo que considere oportuno. Todo apunta a que no hará ninguna de las dos cosas, por lo que la reunión será una oportunidad perdida.
Los datos publicados esta semana muestran que la recesión en la eurozona será más grave de lo que se pensaba. Y el desempleo alemán está en alza por primera vez desde principios de 2010. Es cierto que la inflación del 3% es superior al objetivo del BCE de "por debajo pero cerca del 2%". Aunque debería disminuir en los próximos meses. Y el relativamente alto tipo de interés del 1,5% se hace sentir en los miembros más débiles del euro como España o Portugal, donde las hipotecas variables son la norma. Mientras tanto, mantiene al euro demasiado fuerte para la comodidad de los exportadores. El BCE podría no querer contradecirse a sí mismo tras subir los tipos de interés dos veces este año. Pero si el pragmatismo tuviera prioridad sobre los principios, sería la decisión que tomaría.
Luego está el programa de compra de bonos del BCE que emprendió a regañadientes en agosto para limitar los efectos del contagio a España e Italia. La línea oficial es que las compras son temporales, ya que el fondo de rescate de la eurozona se hará cargo pronto de esa responsabilidad. Pero la mera posibilidad de que el último plan de la eurozona pueda aclararse podría dar al BCE la oportunidad de admitir que estar en el mercado de bonos soberanos es para bien, mientras insiste en que la compra está orientada exclusivamente a los países que intentan ayudarse a sí mismos con reformas serias. La oposición alemana al programa no disminuirá, y Draghi preferiría una decisión unánime del consejo para su debut. Pero la unanimidad no es indispensable cuando los tiempos requieren decisiones difíciles.
POR PIERRE BRIANãON