¿Qué pretenden los griegos?
Con gran estupor hemos conocido la decisión del primer ministro griego, Yorgos Papandreu, de realizar un referéndum en el mes de diciembre o enero para que los ciudadanos griegos decidan si aceptan las medidas que la Unión Europea está instrumentando para articular una salida de Grecia de la crisis en la que está inmersa o, en otras palabras, decidan si desean permanecer dentro de la Unión. Dicha decisión, aunque se quiere vender a la opinión pública que se toma por lealtad a la democracia, lo que realmente revela es que el primer ministro ha perdido su apoyo en el Parlamento y es la única genialidad que se le ha ocurrido para mantenerse en el puesto y/o para hacer populismo en un momento de máximo riesgo.
Sin embargo, y con toda probabilidad, ocasionará que el segundo plan de rescate al país heleno se paralice y que se bloqueen los 8.000 millones de euros que el Gobierno griego iba a recibir y que necesita como agua de mayo (se estima que las arcas griegas no llegan a fin de año). Y es que parece que el señor Papandreu no es consciente de la dimensión de la decisión que pretende tomar y que deberá ser avalada por la moción de confianza que tendrá lugar en Atenas el próximo viernes 4 de noviembre. Mientras tanto, los mercados totalmente desbocados y con unos diferenciales de infarto y subiendo. En este sentido, es particularmente preocupante el incremento del spread que ha experimentado la deuda francesa (uno de los pilares incólumes europeos junto con Alemania).
En algún otro artículo he apelado a la responsabilidad de los políticos como única manera de evitar el desastre, pero parece que la decisión que pretende tomar el primer ministro griego se sale de toda escala. Vamos, que es inclasificable. Si Grecia decide salir de la Unión Europea, las consecuencias serán apocalípticas, empezando por el descalabro de todos los bancos que mantienen en sus respectivos balances importantes posiciones en bonos griegos (especialmente alemanes y franceses, a los cuáles ya les está costando bastante asumir una quita del 50%) y continuando con la inestabilidad que provocará en toda la zona. Y es que este tsunami puede tumbar a las ya de por sí maltrechas economías de Italia, España, Portugal por no decir a Europa en su globalidad, pero quizás lo más preocupante de todo es la imposibilidad de los gobernantes de despejar la incertidumbre, ya que el referéndum griego se realizaría a finales de año o principios del siguiente, y nadie puede concretar a fecha de hoy cuál será el contenido del mismo: ¿salida del euro? ¿De la Unión Europea? Lo que sí parece evidente es que el resultado del mismo será totalmente contrario a los intereses de Europa como continente y provocará la quiebra irremediable de la economía helena.
Los contactos que están manteniendo Angela Merkel y Nicolas Sarkozy con Yorgos Papandreu tienen como objetivo que este último entre en razón y que desista de su decisión de convocar un referéndum que nos coloca a todos al borde de un abismo. Y lo peor del caso, es que tras meses de inoperancia gubernamental de los diferentes estamentos de la Unión Europea, a finales de la semana pasada parecía que finalmente se despejaba el camino para volver a la senda de la normalidad. Pero todo lo contrario, no hay manera. Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, seguimos en el new normal (volatility and uncertainty) y sin señales de poder volver a la senda que permita articular un plan creíble y que permita que los agentes económicos puedan absorber lo sucedido (borrón y cuenta nueva) y encaminarse hacia escenarios más optimistas.
Asimismo, y un aspecto más que demuestra la falta de solidaridad del señor Papandreu con Europa, es que los países europeos han realizado un importantísimo esfuerzo para aceptar una quita del 50% de la deuda soberana griega, además de los dos planes de rescate, y a cambio de tamaño esfuerzo, nos encontramos que el Gobierno de dicho país en vez de instrumentar medidas duras pero creíbles que permitan reordenar la economía griega, decide lanzar un órdago populista que tirará por tierra todo lo andado.
Sinceramente, vivimos momentos muy difíciles y la pequeña luz que se veía al final del túnel se está apagando, solo cabe esperar a que los principales países que se van a reunir en el G-20 logren persuadir a Grecia para que entre en razón y evite el efecto dominó que con gran seguridad ocasionará una debacle de proporciones mayúsculas. Si al final mis hijos van a tener razón, tras ver la película 2012, están convencidos que dicho año será el fin del mundo
Sergio Reyes. Director de Programas a Medida del IEB