Un desastre para la economía turca
El coste humano de la catástrofe de Ercis llega cuando Turquía lucha por mantener el auge de su economía, según lo planeado. Ankara está participando en un juego de alto riesgo, interviniendo en los mercados para sostener su moneda y carece de las reservas para hacerlo. El país necesita tipos de interés más altos para apuntalar la lira, a pesar de que pueden conducir a una economía sobrecalentada y a la recesión. Hasta hace poco, Turquía trató de restringir las entradas de dinero caliente, manteniendo bajas tasas de interés. Pero eso haría que el déficit comercial se eleve. Ahora, el déficit exterior es enorme -junto con una inflación al alza y una lira que ha perdido un cuarto de su valor este año- y la respuesta poco ortodoxa de Turquía al exceso de dinero caliente parece un error.
Según el banco central, la deuda externa a corto plazo con vencimiento a menos de un año asciende a 135.500 millones de dólares en agosto. Además, Turquía tiene que financiar el déficit por cuenta corriente, que puede acercarse a 75.000 millones de dólares -el 10% del PIB- este año. Las reservas extranjeras del banco central permanecen en 85.000 millones, suficientes para cubrir cinco meses de importaciones, una cifra inusualmente bajo. Difícilmente puede intervenir en el mercado de divisas.
Hay señales de que puede adoptar una postura más realista. El banco central ha advertido de un aumento de la inflación, debido a la excesiva depreciación de la lira. Sin embargo, el único movimiento fue aumentar el tipo de interés de préstamos a un día, del 9% al 12,5%. Eso hace más caro especular contra la lira. La clave de la política es sostener los tipos en el 5,75%, por debajo de la inflación del 6,2%. La economía tiene sus puntos fuertes: dinamismo indudable, baja deuda pública del 40% del PIB y un modesto déficit fiscal cercano al 2% del PIB. Pero Turquía ha dejado que el dinero caliente golpee su economía fuera de balance. Tipos de interés más altos son necesarios para mantener la lira y el control de la inflación. El aterrizaje podría ser duro.