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Columna
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Un plan para salvar a Italia

El gran asunto que eclipsa todos los demás en la crisis del euro es el modo de salvar a Italia. El modelo de ingeniería financiera discutido en la cumbre del domingo permitirá, en el mejor de los casos, ganar tiempo. En última instancia, Roma necesita salvarse a sí misma. Italia es demasiado grande para quebrar, pero también demasiado grande para ser rescatada, con una deuda equivalente al 120% del PIB, casi 2 billones de euros. Eso no ha impedido que Europa trate de realizar todo tipo de gimnasia financiera para crear una red de seguridad que pueda sostener el país.

El plan que podría salvar a Roma es la compra sistemática de sus bonos por parte del BCE, que tiene una capacidad ilimitada para imprimir euros. Pero las súplicas de Francia para utilizar el BCE para apalancar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF) se han encontrado con dos obstáculos. Ni Alemania ni el BCE quieren saber nada de algo parecido a imprimir dinero para rescatar a Gobiernos morosos.

El fondo de rescate no es lo suficientemente fuerte como para sostener a Italia, y, por ejemplo, cuadruplicar su tamaño puede costar a Francia su calificación de triple A. Una idea es convertir el EFSF en una compañía de seguros, o un vehículo ex profeso respaldado con dinero del FMI. Otra es que los Gobiernos ofrezcan garantías a los bancos en problemas de la región para que puedan recaudar fondos al por mayor. El problema es que la garantía de un Gobierno débil podría no hacer mucho bien. Así que los líderes están debatiendo la creación de un tipo de estructura que dejaría el Gobierno de un banco como principal garante de los bonos, mientras introduce a otros Gobiernos, una especie de reaseguradoras. Lo que se necesita para Italia es tomar medidas decisivas para restaurar la credibilidad con los inversores. Angela Merkel y Nicolas Sarkozy han presionado a Silvio Berlusconi para que adopte nuevas medidas para impulsar el crecimiento y recorte de deuda. Los detalles pueden ser menos importantes que convencer al mercado que el programa es fuerte y aplicado con vigor. Pero Berlusconi siempre ha estado detrás de la curva. Cuanta más presión exterior pueda acumular sobre Italia, mejor.

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