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Tribuna
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'Fuerza Argentina, fuerza Cristina'

Este domingo han tenido lugar las elecciones presidenciales en Argentina y, de acuerdo con los resultados provisionales, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha conseguido un resultado histórico por encima del 50% de los votos que le permitirá evitar una segunda vuelta. Este resultado supone un éxito aún mayor que el que obtuvo en 2007, con un 45%, cuando sucedió a su marido, el difunto Néstor Kirchner.

Al mismo tiempo, han tenido lugar elecciones para renovar parte de las dos Cámaras (130 escaños en el Congreso y 24 en el Senado) y nueve gobernadores de provincia, entre ellas la de Buenos Aires. Todavía es pronto para saber si Cristina ha conseguido su otro gran objetivo: recuperar el control en el Congreso y el Senado, aunque se esperan avances importantes en ambas Cámaras.

Varios factores han contribuido a este triunfo histórico. Por un lado, está la fragmentación y la debilidad de la oposición que ha sido incapaz de presentar un candidato y un programa común.

Además, desde el punto de vista político, la presidenta se ha beneficiado de la renovación política y de la persecución de los crímenes de la dictadura militar de los ochenta, así como de políticas populistas y progresistas como la iniciativa de Fútbol para todos, o la aprobación de la ley que permite el matrimonio homosexual.

La razón más importante del triunfo ha sido, sin duda, el éxito económico -"es la economía, estúpido"- que lleva creciendo a niveles superiores al 8% en los últimos años. Fernández de Kirchner se ha beneficiado del boom del precio de las exportaciones agrícolas y de materias primas, que representan casi dos tercios de las exportaciones (sobre todo a China), y que han permitido un gran crecimiento y alentado el consumo interno.

La estabilidad fiscal también ha sido un gran logro, pese a que ha sido conseguida en parte gracias a medidas ad hoc, como la nacionalización de los fondos de pensiones o el uso de las reservas del Banco Central. Al mismo tiempo, las políticas sociales y de redistribución han beneficiado a cientos de miles de argentinos.

Bajo su mandato se han puesto en marcha programas como la Asignación Universal por Hijo, la inserción laboral, el aumento de las pensiones o la distribución de ordenadores a estudiantes de secundaria. Además, el Gobierno subvenciona fuertemente la energía y el transporte.

No se esperan grandes cambios. Durante la campaña, Cristina no ha desarrollado un programa concreto de Gobierno y solo se ha comprometido a profundizar el modelo y continuar con las banderas del kirchnerismo, que se han basado en el crecimiento sostenible, superávits fiscales y comerciales, el papel determinante del Estado, un tipo de cambio competitivo y el intento por la reindustrialización del país para diversificar una economía fundamentalmente de exportaciones agrarias.

Sin embargo, esta victoria tan apabullante le da a Fernández de Kirchner una concentración de poder casi inaudita, lo cual ya ha generado inquietud entre los argentinos que se temen lo que ellos llaman una galopada kirchnerista en los cien primeros días.

El gran temor entre la oposición es que tenga una mayoría suficiente en las cámaras para reformar la Constitución y eliminar la cláusula que prohíbe su reelección tras dos mandatos consecutivos.

La gran tentación será no hacer cambios. Sin embargo, hay ya señales de agotamiento, más allá de la inflación que ya supera el 24%, que aconsejan nuevas políticas: la fuga de capitales se esta acelerando (se estima que pueda llegar a los 22.000 millones de dólares este año), el gasto público no puede seguir aumentando a ritmos del 34% anual, el sistema de limitación a las importaciones que se ha creado suena a desesperación, el Banco Central esta imprimiendo dinero y gastándose una fortuna tratando de mantener una depreciación gradual del peso frente al dólar, y la depreciación del real brasileño pondrá aún más presión competitiva en Argentina, ya que Brasil es su principal aliado comercial.

Por último, el país tiene todavía una deuda de más de 9.000 millones de dólares en principal e intereses a acreedores extranjeros y sigue teniendo problemas accediendo a capital.

En definitiva, es de esperar que esta apabullante victoria no ciegue al Gobierno, y que sea capaz de afrontar los retos que le esperan y de tomar las medidas necesarias para asegurar la sostenibilidad del modelo.

Sebastián Royo. Catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Suffolk en Boston, Estados Unidos

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