El destape del número dos
Todas las miradas se dirigen a este ingeniero de 57 años, encargado de atemperar la crisis con Repsol y conducir el consejo de Sacyr.
Los que conocen a Manuel Manrique se hacen una idea del difícil momento que está viviendo. El pasado jueves, el vicepresidente y consejero delegado de Sacyr Vallehermoso y uno de los principales accionistas (6,1% del capital), votó con los consejeros críticos Demetrio Carceller y Juan Abelló para apartar a Luis del Rivero de la presidencia del grupo de construcción que fundó junto a tres compañeros. Manuel Manrique pasa a ser el primer ejecutivo. Un golpe de mano que se enmarca en la batalla que libra Sacyr por ganar influencia en su participada Repsol.
En julio de 1986 cuatro ingenieros que trabajaban en Ferrovial -José Manuel Loureda, Luis del Rivero, Félix Riezu y Manuel Manrique- decidieron crear su propia empresa, Sociedad Anónima de Caminos y Regadíos (Sacyr). Manrique, un prometedor profesional de 32 años que trabajaba a las órdenes directas de Del Rivero, fue el último en incorporarse a una aventura en la que arriesgó 4 millones de las antiguas pesetas.
Hasta recientes fechas ha sido una asociación de confianza. Del Rivero, responsabilizándose de lo que en Sacyr se conoce como temas transversales (jurídico, financiero o política de comunicación); Manrique, de los verticales u operativos (negocio inmobiliario, servicios, construcción y concesiones). Cobrada la pieza de Luis del Rivero, cuyo nombre en el mundo empresarial y político tiene más peso que el de la propia Sacyr, son inevitables los comentarios sobre la lealtad de Manrique y su posible cansancio después de permanecer tanto tiempo en segundo plano.
Los amigos del nuevo presidente están convencidos de que ha actuado por un ejercicio de responsabilidad. Para él, la destitución de Luis del Rivero era la única solución a la crisis que imperaba tanto en el órgano de decisión de Sacyr como en las relaciones de la constructora con sus bancos acreedores y, muy especialmente, con La Caixa. Por partes, la tensión que supone refinanciar 4.900 millones, crédito que sustenta la participación del 20% en Repsol, ha sobrevolado en cada una de las cuatro reuniones del consejo que se han celebrado en los últimos 30 días. En cuanto a La Caixa, en su posición de segundo accionista de la petrolera (12,8% del capital) se sintió traicionada por Sacyr al no conocer sus planes de sindicación con Pemex en el capital de Repsol. La entidad catalana se puso a la defensiva y la nueva dirección de Sacyr trata de atemperar ahora el conflicto.
El nuevo presidente de Sacyr es un hombre discreto, siempre un paso por detrás de Luis. Mientras este ha sido la imagen de la compañía, su número dos se enfrascaba en el día a día. Manrique es el primero en coger un avión a Panamá para supervisar las obras del Canal. O el que toma el AVE para supervisar una autopista en Málaga. También era asiduo en foros madrileños, en los que políticos y empresarios hacen de conferenciantes. Esa dedicación no pasa desapercibida para su equipo, que le ve una persona cercana, afable y muy transparente. Si Del Rivero es un trabajador nato, Manrique no le va a la zaga.
El apoyo en su propia casa no le viene mal y a muchos extrañaría una limpia entre los directivos que trabajan codo a codo con él. Después de tantos años en Sacyr, sus conocidos le ven preparado para asumir los nuevos retos. Es inteligente y reflexivo, inciden, cualidades que le ayudarán a pensar qué operaciones hacer o deshacer dentro de la estrategia del grupo constructor, que afecta a otros sectores. Si bien es cierto que el bloque de accionistas financieros (Abelló, Carceller y las cajas) han tomado el poder en el consejo y deberá acomodar, más que nunca, la política de la constructora a sus necesidades financieras. Desinversión para recortar deuda (11.000 millones) es ahora el primer mandamiento en Sacyr.
Manuel Manrique nació el primer día del año de 1954 en Navas de San Juan (Jaén), en plena Sierra Morena. Aunque se marchó a estudiar a la Escuela Técnica de Ingenieros de Madrid, siempre ha estado muy vinculado a Andalucía. Ha vivido mucho tiempo en Málaga, ciudad en la que tiene casa y a dónde se escapa siempre que puede.
Ferrovial fue su escuela. En la empresa de la familia Del Pino fue jefe de producción, jefe de obra y responsable de proyectos en Murcia, Soria y Andalucía. En muchos de ellos tutelado por Luis del Rivero. Acumuló experiencia para lanzarse a Sacyr. En 2003, coincidiendo con la fusión con Vallehermoso y la salida a Bolsa, fue nombrado presidente y consejero delegado de la filial de construcción. Un año después, accedía al cargo de consejero delegado del grupo.
El núcleo de fundadores de la constructora va cediendo el paso a la segunda generación. Así, el pasado mayo, Gonzalo Manrique, de 29 años, ocupaba su puesto en el órgano de gestión. Manuel Manrique y su hijo han votado juntos la destitución de Luis del Rivero.
La suya es una familia unida. Con tres hijos crecidos, el matrimonio adoptó un niño chileno y poco después una niña rusa. Es una pareja generosa, dicen los amigos, y de convicciones religiosas. El matrimonio tiene, además, dos nietos. A Manuel Manrique también le gusta cazar -tiene una finca cerca de Madrid- y el fútbol -es un forofo del Real Madrid-.
En el sector se cruzan apuestas sobre si Manrique tendrá capacidad y personalidad para bregar con un consejo dividido y las tensiones financieras que dibujan la tormenta perfecta en Sacyr.