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Los números (mal) inventados de Grecia

No es que en este blog tengamos en mucha estima la hipótesis del mercado eficiente, ya saben, la teoría según la cual los precios que cotizan en los mercados financieros, al agregar la información de multitud de agentes económicos, son el mejor reflejo de dicha información. Cuando uno oye o lee a los defensores de esta hipótesis acaba pensando que las mesas de trading son algo así como un cónclave de sabios, mágicos e infalibles elfos del bosque, por muchas bofetadas de realidad que se lleven estas teorías.

En todo caso, los miles de expertos en finanzas no se dieron cuenta nunca de que algo un cuadraba en Atenas, conclusión que podría haberles llevado unas horas gracias a la llamada Ley de Benford, norma que hace referencia a cómo se distribuyen las primeras cifras en una determinada serie de números. La ley, cuya base matemática no está clara, tiene un origen exclusivamente empírico y suele ser verificada por la realidad (esto es, justo al contrario que la hipótesis del mercado eficiente).

Así, en una serie de números suficientemente larga, en el 30% de los casos el primer número es un 1; en el 17,6% el primer número es un 2, en el 12,5% es un 3 y así hasta el 9, cuya probabilidad es solo del 4,6%. Hace un par de años me molesté en comprobar si funcionaba para los rendimientos mensuales del Ibex 35, empezando en 1993. Aquí están los resultados:

Una serie de académicos alemanes ha realizado el mismo ejercicio con los datos macreoceonómicos griegos (ha sido publicado en la German Economic Review). No ha sido idea suya; de hecho se supone que esta ley se utiliza en auditoría y en Hacienda Pública para detectar números inventados. Y, de hecho, Bernard Madoff, que se inventaba todas las cifras de sus ficticios fondos de inversión, tenía un programa informático para dar apariencia real a sus cifras inventadas según la ley de Benford.

La conclusión es previsible, según este blog que ha tenido acceso al documento (que es de pago): las cifras griegas son, en la zona euro, las que más contradicen la ley de Benford. Las letonas, belgas y rumanas tampoco son como para presumir. Y las mejores cifras, atención, las de España, Italia y Portugal. Y lo dicen cuatro académicos de sonoros y teutónicos nombres: Bernhard Rauch, Max Göttsche, Gernot Brähler y Stefan Engel.

Detectar fraudes no es tan difícil, si el defraudador no conoce a Benford. Cuando sospeche de unas cifras, amable lector, aplique esta norma.

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