Libertad de horarios: hay que escuchar al comercio
Que no nos engañen. Que no nos hablen de medidas necesarias. Que no afirmen que es la fórmula para dinamizar el consumo. Que no son más horas para comprar lo que necesitan los consumidores. Que no.
La medida que pretende poner en marcha el Gobierno regional de la Comunidad de Madrid tiene un único objetivo: eliminar la competencia en el comercio madrileño. Dejar morir al pequeño y mediano comercio en favor de un único formato comercial.
Ayer nos despertamos con la enorme sorpresa de que el Gobierno de Esperanza Aguirre decidía llevar al Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid un informe elaborado por su Consejería de Economía y Hacienda para dinamizar, a su juicio, el comercio madrileño. Sin ningún tipo de diálogo previo con los representantes del sector.
Lamentamos que se plantee dar luz verde a una medida que se va a traducir en un aumento de la cuota de mercado de las grandes empresas de distribución comercial a costa de la de los pequeños y medianos establecimientos. Una mayor liberalización horaria no conlleva un aumento de la competitividad del comercio minorista sino todo lo contrario, ya que va a poner en peligro la continuidad de numerosos negocios, ocasionando con ello la pérdida de miles de puestos de trabajo. Está claro que estamos atravesando una crisis de consumo sin precedentes y, por tanto, lo que necesitamos es que el consumidor gane en confianza y tenga poder adquisitivo para poder consumir productos, pero no necesitamos ampliar los horarios comerciales. Esa no es la solución.
Lo que el sector necesita son líneas concretas de apoyo en materia fiscal y financiera, así como una auténtica reforma laboral, y no cambios en los horarios de apertura y cierre de los establecimientos comerciales, ya que supondría un enorme varapalo para un sector ya de por sí muy perjudicado y afectado por la actual crisis que atraviesa el país.
El pequeño y mediano comercio -que representa al 25% de los autónomos del país y emplea a más de 1,8 millones de personas a nivel nacional, correspondiendo el 60% a empleo femenino- ha luchado durante años para disponer del actual marco normativo que garantiza el equilibrio comercial entre los distintos formatos.
No tenemos dudas de que una mayor flexibilidad de horarios puede crear disfunciones entre los diferentes formatos comerciales, porque no hay que olvidar que los recursos económicos y financieros, de unos y otros, son incomparables. Además, la liberalización de los horarios dificultaría la conciliación de la vida laboral, personal y familiar. Deberían de tener en cuenta a la hora de proponer medidas de este tipo que el 90% de los comerciantes son autónomos y el 62% del empleo que genera el sector comercio es femenino.
Además, esta medida pone en peligro el modelo mediterráneo de sociedad, en el que el ocio y las relaciones familiares son esenciales.
Por otro lado, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid decía ayer que con esta medida se beneficiaría al consumidor, asunto que no concuerda con el barómetro del CIS, en el que se afirma que el 87% de los españoles se siente poco o nada perjudicado con los horarios comerciales actuales y que la mayoría es partidario del sistema actual de regulación de apertura de comercios en domingos y festivos
Realmente, lo que ahora deberíamos de saber es si esta iniciativa de la Comunidad de Madrid va a tener transcendencia a nivel nacional.
Por este motivo, desde la confederación que presido, la CEC, ya nos hemos dirigido al presidente del Partido Popular y candidato a la presidencia del Gobierno nacional, Mariano Rajoy, para solicitarle que aclare cuál es el posicionamiento de su partido en referencia a los horarios comerciales y, en líneas generales, qué modelo comercial tiene intención de implantar a nivel nacional si llegara a ocupar la presidencia del Gobierno español tras las próximas elecciones generales.
Las decisiones de carácter liberalizador no son aplicables a todos los sectores económicos. Y en esta crisis hemos vivido el mejor ejemplo con el exceso de libertad en el sector financiero. No hay duda de que, en muchas ocasiones, es necesaria la regulación para poder favorecer la competencia y encontrar un sano equilibrio entre las partes. Es la única fórmula en la que creemos para garantizar la permanencia de un modelo de sociedad, en definitiva, de un modelo de vida.
Manuel García-Izquierdo Parralo. Presidente de la CEC