El nudo gordiano que ata a la banca
La presentación de las cifras trimestrales de Banesto inauguró ayer una temporada de resultados que se presenta muy poco halagüeña para el sector financiero. La entidad ofreció una radiografía de actividad por debajo de lo esperado por los analistas -ha ganado 298 millones de euros en los nueve primeros meses del año, un 33,8% menos que el ejercicio anterior- tras un "periodo complicado para el sector bancario" que ha obligado a incrementar en un 55% sus provisiones y saneamientos. Y es que pese a que hace tan solo unos meses el consejero delegado del banco, José García Cantera, confiaba en iniciar una esperanzadora senda de recuperación, el agravamiento de la situación económica que se ha producido desde entonces y el aumento de las tensiones y la volatilidad en los mercados ha convertido aquellas previsiones en poco menos que papel mojado.
Los resultados de Banesto constituyen una suerte de termómetro de la salud -más bien de la ausencia de salud- no solo del sector financiero en su conjunto, sino de la actividad económica española. El cierre del grifo del crédito en las entidades financieras -con la excepción del mantenido hacia las Administraciones públicas- dibuja con precisión el perfil de una economía enferma e incapaz de alimentar cualquier expectativa de crecimiento. La acuciante necesidad de liquidez que experimenta el sistema bancario, ahogado por la imposibilidad de financiarse por las vías y al coste habitual y obligado, al mismo tiempo, a sanear sus balances, constituye el meollo de un nudo gordiano que es urgente romper cuanto antes.
Desde Banesto se insistía en la recuperación del mercado interbancario como presupuesto imprescindible para que la situación del sector se normalice y pueda volver a fluir el crédito. Una exigencia que la entidad colocaba por delante incluso del plan de recapitalización auspiciado por Bruselas, que previsiblemente será presentado hoy, por fin, en la capital belga. Pese a que se trata de un proceso que nace rodeado de dudas, auspiciadas por la diferencia de criterios entre Francia y Alemania sobre el modo de llevarlo a cabo y el papel que debe jugar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, no hay duda de que se trata de un paso adelante. Precisamente con la vista puesta en esa hoja de ruta, que podría cerrarse en la cumbre del G-20 de los próximos 3 y 4 de noviembre, la Autoridad Bancaria Europea ha solicitado a las entidades financieras información sobre su cartera de deuda soberana y su situación de capital. Aunque la noticia ha disparado la alarma en el sector, que teme una elevación del ratio de solvencia exigido, parece evidente que no se puede abordar una segunda ronda de recapitalización bancaria sin saber el montante de fondos que ese proceso exigirá. No en vano, como en casi todo, aquí también resulta imprescindible la mayor transparencia.