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Más pasta para la banca

Los ciudadanos europeos no aceptarán que se rescate por segunda vez al sistema financiero, advertía hace solo seis meses en Madrid el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet. El segundo rescate, sin embargo, ya está en marcha y podría igualar o superar al anterior. ¿Se rebelarán los europeos como auguraba Trichet?

Belgas y daneses han sido los primeros en prestarse voluntarios para el experimento. En Dinamarca se ha caído el Max Bank y en Bélgica la entidad franco-belga Dexia. En esta última, los contribuyentes belgas comprarán acciones por valor de 4.000 millones de euros y aportarán garantías por valor de casi 60.000 millones de euros. Con la ventaja añadida de que el Estado belga se ha comprometido a pasar a los actuales accionistas parte de la potencial plusvalía que pueda obtener si vende las acciones a terceros. Un chollo: todo el riesgo para los contribuyentes, pero el beneficio se reparte.

Tras la experiencia pionera de Bélgica y Dinamarca llegará el resto de países de la UE, previsiblemente tras la cumbre europea convocada inicialmente para los días 17 y 18 de octubre. Como las cuentas no salen todavía, la cita se ha retrasado hasta el día 23. Una semana más para que los gobiernos busquen los 200.000 millones de euros que, según el FMI, necesita urgentemente la banca europea.

La nueva factura se sumará a los 1,2 billones de euros desembolsados por los socios de la UE entre octubre de 2008 y diciembre de 2010, según el balance que acaba de hacer la Comisión Europea por petición del Parlamento Europeo. La cifra equivale al 10,5% del PIB del club comunitario. El grueso se fue en garantías (757.000 millones de euros) y el resto en operaciones de recapitalización (303.000 millones), compra de activos tóxicos (104.000 millones) o inyecciones de liquidez (77.000 millones). En total ,215 bancos recibieron ayuda. Solo 4 fueron liquidados.

El impacto medo de ese rescate en las finanzas públicas ha sido de 0,5% déficit en el conjunto de la zona euro en 2010 y de casi 5 puntos en deuda. Por desdramatizar un poco las cifras cabe decir que algunos países, como España, han logrado rentabilizar sus intervenciones, con un beneficio en 2010 de 771 millones de euros. Pero con el peligro potencial de asumir una deuda, entre los 17 países del euro, superior a los 600.000 millones de euros (casi 60.000 millones potenciales pesan sobre España).

Con todo, la principal incógnita estriba en si el segundo rescate bastará para acabar con el "monstruo de papel" en que se han convertido algunas entidades financieras. Y no parece haber motivos para el optimismo si confiamos en los datos aportados por Gordon Brown en su imprescindible Beyond the crash: el ex primer ministro británico calculaba en 2008 que los bancos europeos disponían de dos billones de dólares en activos procedentes de EE UU, de los cuales más 400.000 millones de dólares eran tóxicos.

Todo apunta a que que algunas entidades todavía no han llevado a cabo la limpieza necesaria. A ello se suma el deterioro de la deuda pública, de la que también guardan miles de millones de euros. Y de nuevo, los directivos de las entidades presuntamente dañadas siguen negando cualquier necesidad de capital. "Parece que los bancos no entendían lo que estaba pasando", recuerda Brown, furioso y estupefacto, una de sus conversaciones con Royal Bank of Scotland poco antes de rescatar ese banco. En fin. Solo falta por comprobar cómo se toman los ciudadanos europeos la repetición de la misma historia solo tres años después.

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